jueves, 7 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 15

Pero la expresión de la cara de Marcos decía que no se lo creía. Era cierto que, desde  que  había regresado a Destiny,  los  recuerdos  se  habían  apoderado  de  su  mente, pero no todos eran malos. Al menos, los que se referían a Paula. Pedro había hablado mucho con ella; siempre que él esperaba a su hermana o practicaba con los toros de su padre, Paula estaba allí. No había pensado en ello hasta entonces, pero la verdad es que habían sido amigos hasta que él, enfurecido, la apartó de su lado. Ahora había vuelto. Ella llevaba el rancho sola, y la admiraba por eso. También sentía que tenía que disculparse por lo que pasó aquella lejana noche.

—¿No  tienes nada  mejor  que  hacer?  —le  preguntó  a  Marcos—.  ¿No  tienes  que  atender al ganado?

En vez de ofenderse, Marcos sonrió de forma burlona.

—Parece que estoy de más aquí, así que me iré a la cafetería —dijo sonriendo y mirando a Paula—. Me alegro de haber hablado contigo, Paula—añadió tocándose el sombrero a modo de despedida.

—Yo también, Marcos. Saluda a Rosa de mi parte.

—Lo haré. Volveremos a hablar en otro  momento.  Hasta luego, Pedro—dijo  y  se alejó por la acera deteniéndose un poco más allá para hablar con Daniela Morgan.

—Ha cambiado mucho desde el instituto —comentó Pedro, mirando a Daniela.

—Todos hemos cambiado  —contestó  Paula mirándolo  irritada—.  Hoy eres el  señor amabilidad.

 —¿Qué? —preguntó Pedro.

—Que con tu amabilidad has echado a Marcos.

—Le he hecho un favor, porque estaba buscando un pretexto para invitar a una chica  guapa  a comer  —replicó él  mirando  hacia la  cafetería  en  la  que acababan  de  entrar los dos.

—De acuerdo —dijo ella—. Dejemos las bromas amables. Puedes decírmelo sin rodeos.

—¿Decirte, qué?

—Que  has encontrado  un  sitio  mejor  para  el  rodeo  —dijo Paula poniendo  los  brazos en jarras.  Intentó ocultarlo, pero estaba disgustada—. Has echado a Marcos para decírmelo en privado.

Pedro notó el ligero temblor de su barbilla y la forma en que se mordía el labio para  detenerlo.  Sus  ojos  castaños  se  habían oscurecido  por  la  decepción,  y  parecía  asustada.

—Un momento, Paula...

 —No pasa nada.  Ya lo dijiste:  los  chicos  necesitan  competir  en  el  mejor  sitio  para poder demostrar su talento.

—Es cierto, y...

—Si mi rancho no está a la altura, no quiero que se celebre allí.

—Yo tampoco.

—¿Entonces? —preguntó ella mirándolo mientras esperaba una respuesta.

—Creo que tu rancho es el mejor lugar para organizar el rodeo.

Taylor  se  quedó  paralizada,  como  si  no  se  lo  creyese.  Después,  una  amplia  y  brillante sonrisa transformó su cara.

 —¡Gracias! —dijo abrazándolo—. No te arrepentirás.

Él la sujetó por un momento, disfrutando de la sensación de sentirla cerca. Pero  tenía   una   cosa más que decirle. Acababa de decidir dónde quería  establecer su  centro  de  operaciones,  aunque  le  fastidiaba  que  la  decisión  la  hubiese  provocado el ver juntos a Paula  y a Marcos.

—Hay una cosa más para que lleguemos a un acuerdo —dijo él sujetándola por la cintura.

—¿Qué?

 —El campeonato se celebrará en tu rancho, pero yo también me quedaré allí.

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