jueves, 21 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 33

Pedro condujo la camioneta por el camino y estacionó delante de la casa de Paula. Echó  la  cabeza hacia atrás y  suspiró.  Faltaba  una  semana  para  el  campeonato,  y  él  había  trabajado  largas  horas en  el  rancho  y fuera de él para asegurarse de que todo salía bien. También había estado ocupado con sus negocios; había salido de la última reunión  poco  después  de  las  ocho  y  continuarían  temprano  al  día  siguiente.  Estaba  cansado  y  lo  único  en  lo  que podía  pensar era  en  ver  a Paula.  Por  ocupado  que  estuviese no dejaba de pensar en ella y de preocuparse por cómo le iría todo cuando él no estaba. Hacía  tres  semanas  que  la  periodista  la  había  entrevistado.  También  hacía  tres  semanas que él la había besado y ella se había apartado. Desde entonces habían compartido  muchas  cenas  y  charlas juntos,  pero nada más íntimo.  El beso la había cambiado,  pero  no  para  bien.  Era  amable y educada,  pero  se  mantenía  distante.  Además, se había cambiado  a  la  habitación  que  estaba  junto  a  la  cocina. Pedro debería  sentirse  agradecido.  Eran  totalmente  distintos  uno  del  otro,  y  a  ella le iría mucho mejor con Marcos Hart o Gabriel O'Connor. Con cualquiera menos con él. ¡Ojalá pudiese convencer a su corazón de aquello! Ahora que se había cambiado de habitación, echaba de menos hablar con  ella.  Las  pequeñas  conversaciones  que  tenían  sobre  el  tiempo  no  era  lo  que  esperaba  de  Paula. De repente no pudo esperar más para verla y se bajó de la camioneta. Entró en la casa, dejó su maletín en la oficina y fue a buscarla. La encontró en la cocina, preparando la comida. No pudo evitar sonreír al darse cuenta de que, por su aroma floral y por la ropa que llevaba puesta, sabía que acababa de ducharse. Se quedó embelesado mirándole las piernas que los pantalones cortos dejaban a la vista; llevaba una ajustada camiseta rosa  que  le  llegaba  hasta  la  cintura,  y  cuando  levantó  los  brazos  hacia  el  armario  pudo ver la suave piel de su estómago. Su bonita cara estaba limpia de maquillaje, y el pelo lo llevaba recogido. Si  volvía  a  hablar  del  tiempo  él  convertiría  la  conversación  en  algo  personal,  aunque tuviese que abrazarla y besarla hasta dejarla sin sentido. Se aclaró la garganta para que Paula no se sobresaltase.

—Veo que tú también acabas de llegar del trabajo.

Ella  se  dió  la  vuelta  y  sonrió;  en  sus  ojos  brillaba  una  cálida  expresión  de  bienvenida.

—Hola, forastero.

—Si esa es tu forma de decir que he estado ocupado, no soy el único. Tú también.

—Sí. ¿Cómo lo sabes?

Porque la había observado y sabía que hasta que no terminaba de trabajar no se quitaba los vaqueros y se ponía los pantalones cortos.

—Una suposición —dijo él.

Paula abrió la nevera y sacó una cerveza. Era la marca favorita de Pedro. Por lo visto, ella también se fijaba en los detalles. Abrió la botella y se la dió.

—Supuse que te apetecería.

—Muchas gracias.

Ella le dedicó  una amplia sonrisa,  y  Pedro sintió  alegría  y  dolor  al  mismo  tiempo. Se   daba cuenta de que  las  semanas que había pasado en el rancho probablemente habían sido las más felices de su vida. Desde que había vuelto a ver a Paula y había pasado tiempo con ella, sentía cada vez más intensamente la presencia de  lazos en su  vida.  ¿Con  ella?  ¿Con  Destiny?  ¿Empezaba  a  saber  lo  que  era  tener  raíces?

—Estoy  preparando  un  poco  de  arroz  con  pollo  y  verduras.  ¿Te apetece?  He  hecho suficiente por si volvías a casa para cenar —dijo ella.

¿Se  habría dado cuenta  de  lo  que  acababa  de  decir?  ¿Que él estaba  en  «casa»?  Pedro nunca había considerado  ningún  sitio como  su  hogar, pero aquel  lugar,  y  Paula, estaban calando muy hondo en él. El problema era que no estaba seguro de si aquello lo alegraba o no. No creía que estuviese preparado para los altibajos de una relación.

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