jueves, 7 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 13

Dos días después de la visita de Pedro, Paulafue a la ciudad, a la tienda de su amiga del instituto Florencia Benson, que se dedicaba a vender antigüedades, regalos, artesanía y artículos elaborados a mano.

—¿No me vas a decir  lo que sentiste  al volver a ver  a  Pedro Alfonso?  —preguntó Florencia, de pie tras el mostrador.

Paula negó con la cabeza.

—No sentí nada en absoluto —mintió—. Bueno, me marcho. Tengo que ir a ver si han cargado la avena en mi camioneta.

—Puedes correr, pero no te puedes esconder —dijo Florencia.

—Lo más importante  para mí  es  asegurarme  de  que  el  rancho  de  vacaciones  tiene éxito. Necesito a Pedro...

—¡Lo sabía! —dijo Florencia en tono triunfal.

—No me has dejado terminar, Flor. Necesito que Pedro escoja mi rancho para el campeonato; entonces tendré una posibilidad.

—Pues espero que lo haga, porque así  me comprarás  más  cosas  a  mí  y  podrás  mandarme clientes. Todos saldremos ganando.

 —Ya estás haciendo un buen negocio —señaló Paula.

—Nunca es suficiente.

—No voy a discutir eso contigo —dijo Paula mirando al tractor de suministro en la calle—. Tengo que solucionar lo de la avena.

Paula abrió la puerta y se despidió de Florencia con la mano antes de cerrar. Al otro lado de la calle estaba el tractor de suministro de Charlie, y Paula había dejado su camioneta junto al dispensador para que la manguera la llenara de avena. Mientras cruzaba la calle se encontró con Marcos Hart.

 —¡Qué hay, vecina! —dijo él—. Hacía tiempo que no te veía.

 —Hola —dijo ella sonriendo al atractivo ranchero.

Él se quedó de pie junto a ella mientras  miraban  cómo  la  camioneta  se  llenaba  de  avena.  Marcos medía  al  menos  un  metro  ochenta  y  cinco,  y  tenía  un  hoyuelo  de  lo  más  seductor  en  la  barbilla.  Sus ojos castaños  y  su  pelo  no  eran  para  tirar  cohetes,  pero en términos generales hacía que los corazones de las mujeres se aceleraran. Todos menos el de Paula, porque sus experiencias habían sido muy negativas. Pedro fue su primera lección, y su ruptura con Lucas McCoy la última. El único amor que se volvería a permitir era el que tenía por su tierra, y si su corazón se volvía a  romper,  al  menos  no  sería  por  algo  relacionado  con  una  persona.  A  no  ser  que  Pedro le  hubiese  mentido,  porque  si  él  no  era  justo  y  completamente  objetivo en  la  elección  del  rancho,  sería  un  dolor  muy  relacionado  con  una  persona  el  que  su  rancho se hundiese. Hacía dos días que no lo veía, y estaba a punto de volverse loca preguntándose cuándo  se  decidiría.  En  aquel  momento  recordó  que  fue  Marcos quien  le  ofreció  el  puesto de presidente. Paula se aproximó a él.

—¿Has visto a Pedro Alfonso? —le preguntó.

 —No —dijo Marcos negando con la cabeza—. Pero he hablado con él.

—¿Sí? —dijo ella tratando de parecer indiferente.

—Me habló sobre los lugares que ya ha visto para el campeonato, si es a lo que te refieres. Paula sonrió.

—Me conoces demasiado bien, así que, aprovechándome de nuestra amistad, te voy a hacer una pregunta: ¿Crees que tengo alguna posibilidad de conseguirlo?

—Sí. ¿Por qué te preocupas? —preguntó Marcos quitándose el sombrero vaquero y pasándose una mano por el pelo.

—Teniendo en cuenta lo que las hermanas  Chaves le  hicieron, creo que debo  preocuparme.

—Eso fue hace diez años —señaló Marcos—.   Entonces éramos  jóvenes  e  inexpertos; todos cometimos errores.

Las palabras de  Marcos  eran  para  darle  ánimo,  pero Paula percibió  cómo  una  sombra  cubría sus  ojos  y apretaba  los  labios  con  fuerza,  así  que  no  pudo evitar  preguntarse qué más estaría recordando.

—¿Te refieres a Camila? —preguntó ella.

—Me refiero a todos, pero Jen se tiró de cabeza con los ojos cerrados —dijo Marcos.

—¿Cómo  puedes decir  eso?  ¿Acaso  fue  un  error  seguir  a  su  corazón  y  fugarse  con el amor de su vida?

 —Solo tenía dieciocho años. ¿Qué sabía ella sobre Diego Adams?

Paula se  dió  cuenta de que en lugar de contestar a su pregunta,  Marcos le  había  hecho otra.

 —Camila lo amaba. Era el único hombre para ella en el mundo. ¿Qué quieres decir?

—Cuando  una  chica  es  tan  joven,  las  estrellas  en  los  ojos  pueden  nublar  su  vista. Si hubiese esperado, quizá...

—¿Qué? —quiso saber Paula.

—Ya no importa —dijo Marcos negando con la cabeza—Diego ya no está.

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