jueves, 7 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 14

Murmuró algo sobre  que había  algunas  cosas  que era  mejor  olvidar,  y  por la testaruda expresión de su cara ella supo que no diría nada más. De todos modos no le  había  dicho  prácticamente nada.  Paula tuvo  la  sensación de que la vuelta  de  Pedro a Destiny no le había traído recuerdos solo a ella.

—No estás de  muy  buen  humor  hoy  —dijo—.  ¿Ocurre algo?  ¿Has tenido  noticias de Nadia?

Marcos llevaba un año divorciado. Su joven esposa los había abandonado a él y a su hijo de dos años por un trabajo en Nueva York. Marcos negó con la cabeza.

—Mandó un paquete para el cumpleaños de Benjamín, que es el mes que viene, y una nota diciendo que iba a estar demasiado ocupada y no podría venir a verlo.

Paula tocó su brazo en un gesto de compasión.

—¿Qué tal está Benjamín? —le preguntó.

Marcos sonrió con tristeza.

—Él es lo mejor que tengo en mi vida, pero si no fuese por Rosa Morgan... —movió la cabeza preocupado—. No sé qué haría sin ella. Es una buena ama de llaves y una buena niñera, como una madre para Benja.

—Tiene una hija, ¿No? —preguntó Paula.

Marcos asintió.

—Se llama Daniela. Es doctora. Ahora está aquí.

 —¿En tu casa?

—Sí.

—¿Es guapa?

Dev asintió.

—¿Te gusta?

—Aunque así fuera, está totalmente dedicada a su trabajo, y eso no encaja en lo que yo necesito —dijo Marcos moviendo los pies con nerviosismo—. Además, no la voy a  ver  mucho porque sustituye  al  doctor  Holloway  mientras  él está  fuera. Empieza hoy.

Para  ser un hombre  de  pocas  palabras,  aquello decía perfectamente lo que sentía Marcos.

—Pedro le  ha  pedido  que  se  encargue de las guardias médicas de los  campeonatos, se celebren donde se celebren.

Aquello  la  devolvió  a  su  preocupación  principal.  ¿Tendría  su  rancho  alguna  posibilidad de ser elegido para celebrar el campeonato?

—Respecto a lo que hablábamos al principio, Camila no es la única Chaves a la que Pedro guarda rencor —dijo ella.

 —Me enteré de su chapuzón involuntario en la piscina —dijo Marcos haciendo una mueca burlona.

—No tengo por qué dar explicaciones, pero te diré que no siento por él nada en absoluto —se apresuró a decir ella.

—¿Acaso te lo he preguntado? —replicó él.

—No pero era solo cuestión de tiempo que lo hicieses —replicó ella.

—Diez años son muchos años. Ni siquiera Pedro Alfonso puede guardar rencor durante  tanto  tiempo.  De  todos  modos,  ten  cuidado,  porque  las cosas  que  más  queremos tienden a escapársenos.

Paula  recordó la forma tan intensa en que Pedro la miraba mientras la sujetaba en brazos, y el recuerdo de sus pechos rozando el fuerte torso de Pedro le provocó una  sensación  de  calor  en  el  vientre.  Tenía  que  ser  capaz  de  controlar  aquella  atracción, o recuerdo, o lo que fuese, antes de verlo otra vez.  En  aquel  momento,  él salió  de  una  cafetería  y  se  dirigió  hacia  donde  se  encontraba ella. Por la expresión de su cara, no parecía demasiado contento. Un mal presentimiento se apoderó de Paula.   ¿Se habría decidido ya?   ¿Cuál   sería su  respuesta?

 Mientras se dirigía hacia ellos, Pedro vió a Paula sonreír a Marcos Hart. Aquello lo hizo  enfurecer,  y  lo  que más lo disgustó  fue  precisamente  sentir que  se  enfadaba.  ¿Por qué tenía que molestarlo verlos juntos?  Marcos y  él  habían  sido  amigos.  Se  habían  mantenido  en contacto  durante  todo  aquel tiempo, quizá debido a lo que pasó aquella noche junto al lago diez años atrás. Pedro movió la cabeza para librarse de aquel recuerdo no deseado. El  hecho  era  que  quería  y  respetaba  a  Marcos,  aunque  éste  había  logrado lo  que él siempre  deseó:  familia,  raíces  y  dinero.  Lo  de  las  raíces  lo  hizo  pensar  en  Paula y  en  lo  que  ella  le  dijo  al  respecto  en  el  rancho,  y  aquello  hizo  que  su  furia  aumentase. Marcos y ella tenían mucho en común: una familia y unos lazos con aquellas tierras  que  él  nunca  comprendería;  además,  Marcos no  iba  dando  tumbos  por  la  vida  como él. Lo que sentía en aquel momento eran celos. Pero aquello era imposible, porque para sentirse celoso había que querer a alguien y él había perdido aquella capacidad hacía mucho tiempo. Se detuvo junto a ellos.

—Hola, Paula. ¿Qué tal, Marcos? —saludó tendiendo la mano.

—Hola,  Pedro—contestó  Marcos sonriendo  mientras  le  estrechaba  la  mano  y  le  palmeaba la espalda—. Me alegro de verte.

—Yo también.

—¿Qué tal te va?

—Nunca me había ido mejor —dijo Pedro.

—Vaya, ¿Algún problema? —preguntó Marcos enarcando una ceja.

—No. Todo va bien —contestó Pedro.

—Ya.

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