jueves, 21 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 32

—Pero tienes que controlarlos a todos, sobre todo a los contratados.

—¿Estás insinuando  que te contrate también a tí, Pedro?  —dijo  Gabriel y  chasqueó los dedos—. Ya sé, Paula, Pedro podría ser tu guardaespaldas.

Paula se rió.  Esperaba que  Gabriel estuviese  bromeando  y que  no se hubiesen  dado  cuenta de  que  su  risa  ocultaba  sus  sentimientos.  La sola idea  de  Pedro protegiéndola le provocaba un hormigueo por todo el cuerpo.

—¿Qué te hace pensar que no lo está haciendo ya? —dijo Marcos.

Pedro los miró furioso a los dos.

—¿Es que no se toman nada  en serio  ninguno?  Sobre  todo  tú,  Gabriel.  Eres  el  sheriff.

 —Tengo sentido del  humor, Pedro—dijo Gabriel  moviendo  la  cabeza—.  Y  también sé cuándo tengo que ponerme serio.

—¿Por qué no me esperáis en la casa? —les sugirió irritado

. —De acuerdo —dijo Gabriel colocándose el sombrero.

 —¿Podemos servirnos té? —preguntó Marcos.

Paula asintió y los dos hombres volvieron a la casa dejándolos solos.

—Paula, hablo en serio.  No me  había parado  a pensar  en  ello  hasta  que  Brenda empezó a hablar sobre los clientes. ¿Estás segura de que estás preparada?

—Creo que sí,  pero no lo sabré con  seguridad  hasta  que  todo  empiece  a  funcionar, ¿No? —le dijo.

—No lo sé...

—No  te  preocupes  —dijo  ella  poniendo  la  mano  sobre  su  brazo.  El  calor  de  la  piel de Pedro se transmitió a todo su cuerpo—. Estaré bien. Quiero hacer esto, y llevo mucho tiempo pensando en ello y preparándolo. Tengo ganas de empezar a conocer gente; es un trabajo, pero creo que también es la válvula de escape que necesitaba.

—¿Eso  incluye  conocer hombres?  —preguntó él con un  intenso  brillo  en  los  ojos. Taylor dió un paso hacia atrás.

—¿Qué pasa si lo hago?

—¿Hace falta que te diga que estás jugando con fuego?

 —Sé cuidar de mí misma. Superé lo tuyo, ¿No?

—Yo no soy el problema. El asunto es que...

—No hay ningún asunto —lo interrumpió ella—. No eres mi guardaespaldas, ni mi   hermano  mayor.   No  tenemos  ninguna  relación  y  tú  no  tienes  ninguna   responsabilidad conmigo —le dijo, aunque deseaba todo lo contrario.

—Paula, escúchame...

Ella negó con la cabeza.

—Tú te marcharás de aquí en cuanto termine el campeonato. No tengo por qué escucharte.  Aprecio el  hecho  de  que  te  preocupes  por mí,  de  verdad,  pero ¿De  qué  servirá cuando te marches? Harás tu vida y yo la mía.

 —Que no esté aquí no significa que no te quiera, ni que no me preocupe por tí —dijo él.

—No tienes  que  hacerlo  —dijo  ella  encogiéndose  de  hombros.   El corazón le  latía con rapidez, pero no pudo evitar sonreír—. Si hubieses sido así de amable hace diez años, Destiny habría tenido que buscarse otro chico malo.

Pedro la miró fijamente por un momento y después se rió.

—En el fondo nunca me conociste, Paula —le dijo, y comenzó a caminar hacia la casa.

—¡Pedro!

Él se detuvo y la miró.

—Siempre te he conocido. Sé que eres un buen hombre y ya va siendo hora de que dejes de intentar ocultarlo.

—Eso es mentira, y siempre lo negaré.

 Paula observó  cómo se alejaba,  y contuvo  un  suspiro  hasta  que  estuvo  segura  de que no la oía.

 —Tengo un problema —se dijo en voz alta.

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