martes, 19 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 28

¿No estaba interesado? ¿Desde cuándo rechazaba a una mujer guapa con unas generosas curvas? Recordó a Paula , empapada y furiosa. Después la imagen cambió y  la  vió  con  los  ojos brillantes  y  llenos  de  alegría.  Eso  sin  mencionar  su  resuelta  barbilla,  con  el  hoyuelo  que  más  de  una  vez  él  había  deseado  explorar.  Y por supuesto, su menudo y seductor cuerpo de sinuosas curvas y piel suave. Si  no  la  hubiese  besado,  ni  la  hubiese  abrazado,  ni  hubiese  hablado  con  ella...  Entonces quizá habría podido aceptar la oferta de Melisa. Desde que se rompió su compromiso, había perfeccionado la técnica para tener relaciones sin compromiso y le sería fácil evitarlo con Melisa. Ya lo había hecho en una ocasión.

—¡Pedro!

—¿Sí? —dijo encontrándose con la mirada de Gabriel.

—Algo me dice que no piensas en Melisa Mae, sino en Paula Chaves.

—¿Qué es lo que te hace pensar eso? —le preguntó Pedro.

—Cuando dijiste «hasta hoy» —dijo Gabriel recostándose en la silla.

Pedro lo miró furioso.

—Espero que tu trabajo como sheriff no se base en las adivinanzas, porque estás totalmente equivocado.

—No lo creo. Estás colgado por Paula.

—Esa es una afirmación muy arriesgada.

 —No lo es. Estás viviendo en su casa. Tal y como ha dicho Melisa, lo sabe toda la  ciudad.  Además, tengo entendido que no  hay más  mujeres en  el  rancho.  Es  un  proceso de eliminación.

—¿Qué te hace  estar  tan  seguro  de  que  estoy  colgado por ella?  —exigió  saber  Pedro.

—Que no lo has negado.

 El sheriff  tenía razón  en  todo,  aunque  lógicamente,  no  sabía  lo  del  beso.  Pero  Pedro no estaba dispuesto a admitir que realmente estaba colgado por Paula. Suspiró mientras miraba a su amigo.

—Gabriel,  creo que llevas demasiado  tiempo  detrás  de  esa  mesa  —le  dijo—.  Sabes que Marcos me convenció para que organizase el campeonato —le comentó.

—¿En qué  te puedo ayudar?  —le  preguntó el  sheriff al  mismo  tiempo que asentía.

—Quería hablar contigo sobre los temas de seguridad durante el campeonato —le dijo.

—No hacía falta que vinieses hasta aquí para eso. ¿Por qué no me has llamado?

 Por supuesto, Pedro no iba a confesar la verdadera razón de su desplazamiento.

—Pensé que podríamos  aprovechar para  hablar  de  los  viejos  tiempos,  además  de los negocios.

—Me encantaría, pero no es un buen momento.  En cuanto termine el sándwich tengo que ir a ver al alcalde.

—¿Qué tal mañana? —le preguntó Pedro.

Gabriel miró el calendario que tenía sobre la mesa y negó con la cabeza.

—Mañana  no.  Las niñas tienen  reconocimiento médico. Cuando no les apetece hacer algo tengo que poner todo mi empeño para convencerlas, pero por primera vez en su vida, están encantadas de ver al médico.

—¿Qué ha cambiado?

—La médica —le aclaró Gabriel—. Pero supongo que ya sabrás que va a ocupar el puesto del doctor Holloway.

 —Sí, la conozco. Marcos me ayudó a convencerla para que esté en el rodeo.

—Entonces mis chicas no son las únicas que se alegran de que ella esté aquí —dijo Gabriel sin dejar de mirar el calendario—. ¿Qué te parece pasado mañana? Puedo acercarme al rancho.

Pedro asintió.

—Por la tarde tengo una cita con una periodista, pero no creo que haya ningún problema. Me gustaría que Marcos también fuese para comprobar las instalaciones y ver si necesita algo.

—Me parece bien. Todos juntos, como en los viejos tiempos.

—Menos Ariel —dijo Pedro.

—¿Tampoco tú sabes nada de él? —preguntó Gabriel frunciendo el ceño.

—No. Pero estuve de un lado a otro al principio. Le habría resultado difícil localizarme.

—Por lo que he oído, no le habría supuesto ningún problema encontrarte. Dicen que se unió a un grupo militar de elite después de entrar en el ejército.

—¿No ha vuelto a Destiny? —preguntó Pedro.

—Muy  brevemente  en  una  ocasión, cuando  su  padre falleció.  A  los cuatro  nos  vendría  bien recordar  los  viejos  tiempos  —añadió  Gabriel.

 Luego  una  sombra  nubló  su mirada; él tampoco había olvidado aquella noche junto al lago.

—Entonces, hasta pasado mañana —dijo Pedro.

—Te  veré  entonces  —dijo  Gabriel al  tiempo  que  le  daba  un  mordisco  a  su  sándwich—. Saluda a Paula de mi parte —consiguió decir con la boca llena.

Pedro salió de la oficina y se metió en su camioneta. Le había dicho a Paula que no  llegaría  para cenar,  ¿Sería una  sorpresa  agradable para ella el que  estuviese de  vuelta tan pronto? Todo lo que pensaba estaba ya relacionado con ella.

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