¿No estaba interesado? ¿Desde cuándo rechazaba a una mujer guapa con unas generosas curvas? Recordó a Paula , empapada y furiosa. Después la imagen cambió y la vió con los ojos brillantes y llenos de alegría. Eso sin mencionar su resuelta barbilla, con el hoyuelo que más de una vez él había deseado explorar. Y por supuesto, su menudo y seductor cuerpo de sinuosas curvas y piel suave. Si no la hubiese besado, ni la hubiese abrazado, ni hubiese hablado con ella... Entonces quizá habría podido aceptar la oferta de Melisa. Desde que se rompió su compromiso, había perfeccionado la técnica para tener relaciones sin compromiso y le sería fácil evitarlo con Melisa. Ya lo había hecho en una ocasión.
—¡Pedro!
—¿Sí? —dijo encontrándose con la mirada de Gabriel.
—Algo me dice que no piensas en Melisa Mae, sino en Paula Chaves.
—¿Qué es lo que te hace pensar eso? —le preguntó Pedro.
—Cuando dijiste «hasta hoy» —dijo Gabriel recostándose en la silla.
Pedro lo miró furioso.
—Espero que tu trabajo como sheriff no se base en las adivinanzas, porque estás totalmente equivocado.
—No lo creo. Estás colgado por Paula.
—Esa es una afirmación muy arriesgada.
—No lo es. Estás viviendo en su casa. Tal y como ha dicho Melisa, lo sabe toda la ciudad. Además, tengo entendido que no hay más mujeres en el rancho. Es un proceso de eliminación.
—¿Qué te hace estar tan seguro de que estoy colgado por ella? —exigió saber Pedro.
—Que no lo has negado.
El sheriff tenía razón en todo, aunque lógicamente, no sabía lo del beso. Pero Pedro no estaba dispuesto a admitir que realmente estaba colgado por Paula. Suspiró mientras miraba a su amigo.
—Gabriel, creo que llevas demasiado tiempo detrás de esa mesa —le dijo—. Sabes que Marcos me convenció para que organizase el campeonato —le comentó.
—¿En qué te puedo ayudar? —le preguntó el sheriff al mismo tiempo que asentía.
—Quería hablar contigo sobre los temas de seguridad durante el campeonato —le dijo.
—No hacía falta que vinieses hasta aquí para eso. ¿Por qué no me has llamado?
Por supuesto, Pedro no iba a confesar la verdadera razón de su desplazamiento.
—Pensé que podríamos aprovechar para hablar de los viejos tiempos, además de los negocios.
—Me encantaría, pero no es un buen momento. En cuanto termine el sándwich tengo que ir a ver al alcalde.
—¿Qué tal mañana? —le preguntó Pedro.
Gabriel miró el calendario que tenía sobre la mesa y negó con la cabeza.
—Mañana no. Las niñas tienen reconocimiento médico. Cuando no les apetece hacer algo tengo que poner todo mi empeño para convencerlas, pero por primera vez en su vida, están encantadas de ver al médico.
—¿Qué ha cambiado?
—La médica —le aclaró Gabriel—. Pero supongo que ya sabrás que va a ocupar el puesto del doctor Holloway.
—Sí, la conozco. Marcos me ayudó a convencerla para que esté en el rodeo.
—Entonces mis chicas no son las únicas que se alegran de que ella esté aquí —dijo Gabriel sin dejar de mirar el calendario—. ¿Qué te parece pasado mañana? Puedo acercarme al rancho.
Pedro asintió.
—Por la tarde tengo una cita con una periodista, pero no creo que haya ningún problema. Me gustaría que Marcos también fuese para comprobar las instalaciones y ver si necesita algo.
—Me parece bien. Todos juntos, como en los viejos tiempos.
—Menos Ariel —dijo Pedro.
—¿Tampoco tú sabes nada de él? —preguntó Gabriel frunciendo el ceño.
—No. Pero estuve de un lado a otro al principio. Le habría resultado difícil localizarme.
—Por lo que he oído, no le habría supuesto ningún problema encontrarte. Dicen que se unió a un grupo militar de elite después de entrar en el ejército.
—¿No ha vuelto a Destiny? —preguntó Pedro.
—Muy brevemente en una ocasión, cuando su padre falleció. A los cuatro nos vendría bien recordar los viejos tiempos —añadió Gabriel.
Luego una sombra nubló su mirada; él tampoco había olvidado aquella noche junto al lago.
—Entonces, hasta pasado mañana —dijo Pedro.
—Te veré entonces —dijo Gabriel al tiempo que le daba un mordisco a su sándwich—. Saluda a Paula de mi parte —consiguió decir con la boca llena.
Pedro salió de la oficina y se metió en su camioneta. Le había dicho a Paula que no llegaría para cenar, ¿Sería una sorpresa agradable para ella el que estuviese de vuelta tan pronto? Todo lo que pensaba estaba ya relacionado con ella.
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