martes, 19 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 29

Paula se metió  en  la  bañera.  Era  una  buena  oportunidad;  Pedro estaba  en  Destiny  y  no  volvería  para  la  hora  de  cenar.  Al  día  siguiente ella  se  mudaría a la  habitación que había junto a la cocina en la planta de abajo. Enrolló una  toalla  y  la  colocó  sobre  el  borde de la bañera  bajo su  cabeza,  se  relajó y cerró los ojos, disfrutando de las burbujas perfumadas. Al principio, cuando Pedro le dijo que no volvería para cenar, se había sentido decepcionada.  Descubrió  que  su  ausencia  dejaba  un  vacío  que  la  irritaba.  Llevaba  menos  de  veinticuatro  horas  allí,  ¿Cómo  era  posible que se  sintiese  de  aquella  manera? ¡Ojalá no hubiese vuelto!  ¡Ojalá no la hubiese  besado!  ¿En  qué  había  estado  pensando? Un escalofrío la recorrió al recordar la sensación que el contacto de los labios de él sobre los suyos la había provocado. ¿Por qué había  reaccionado  de aquella  manera?  Ya  no era  una  niña.  Era  una  mujer, y ya no estaba locamente enamorada de Pedro Alfonso. Movió la cabeza mientras se tapaba con la espuma y colocaba los pies a los lados de la bañera.

 —No quiero volver a sentir nada por él. Después del campeonato se marchará.

 —¿Estás hablando sola otra vez?

 ¡Era Pedro! Su voz llegaba desde el pasillo, y ella no había cerrado ninguna de las puertas que daban al cuarto de baño. ¡Lo que daría por una toalla!

—No tendrías que estar aquí —gritó.

—Pues  menos mal  que  sí  estoy  —dijo él acercándose al cuarto  de  baño—.  Si  sigues hablando sola, la gente empezará a decir cosas sobre tí: «la loca que vive sola en el rancho». No sería muy buena publicidad para tu negocio —añadió asomando la cabeza por la puerta.

—¡Sal de aquí inmediatamente! —gritó Paula deslizándose bajo la espuma. La toalla en que tenía  apoyada la cabeza  cayó  al  agua—.  Hay leyes  contra  el  acoso  en  Texas.

—Lo  siento.  No sabía que te estabas dando un baño  —dijo él,  pero  su  sonrisa  decía lo contrario.

—Dijiste que no vendrías a cenar —dijo ella.

No tenía nada con que taparse.

—Cambié de opinión.

 —¿Por  qué?  ¿Es que no  hay  nada  interesant  en  Destiny  un  sábado  por  la  noche?

—Yo no diría eso. Melisa Mae Arbrook me hizo saber que estaba libre.

Paula resopló.

 —Desde luego. «Disponible» es su apellido desde que se divorció.

 ¿Por  qué mantenía  una  conversación  con  él  mientras  estaba  en  la  bañera,  sin  nada que la tapase excepto un poco de espuma que se estaba deshaciendo?

—Sal de aquí, Pedro.

—¿Por qué? No tengo rayos X para ver a través de las burbujas. En el chapuzón en la piscina ví más a través de tu blusa.

Paula le tiró la esponja, pero él se metió riendo en el dormitorio y no lo alcanzó.

—No eres un caballero, y mientes si dices que lo eres.

—Soy  un  hombre.  No sería  humano  si  no  intentase  echar  una  ojeada  a  una  mujer guapa.

¿Pensaba Pedro que  ella era  guapa?  Paula sonrió,  aunque  preferiría  morir  antes de que él supiese que su adulación había funcionado.

—Lo menos que podías hacer es marcharte al piso de abajo para que yo pueda salir de la bañera.

—Sal. No miraré.

—No me lo creo.

—Palabra de boy scout, Paula.

—¿Cuándo has sido tú boy scout?

—Lo importante es que tengo su corazón y su espíritu —dijo él con humor.

 A pesar de sí misma, Paula sonrió.

—Eres incorregible —le dijo.

—Algunas cosas nunca cambian.

—El agua se está enfriando. Tendré que fiarme de tí, pero como te pille mirando recuerda que tengo una piscina y que sé cómo utilizarla.

 —Has logrado asustarme —dijo él a modo de tregua—. Te espero en la cocina.

Paula oyó cómo se alejaba por las escaleras, salió rápidamente de la bañera y se tapó con una toalla. Después vació la bañera y se encerró en su habitación. Tras secarse, se puso unos pantalones cortos y una camiseta color melocotón. Se cepilló el pelo y se lo recogió en una coleta, dejando mechones sueltos alrededor de la cara, y finalmente se maquilló un poco. Cuando salió  de  la  habitación  su  corazón estaba  alegre y su paso  era  ligero,  y  todo porque Pedro estaba en el piso de abajo. Sentía un gran vacío cuando él no se encontraba en la casa. La expectación y el nerviosismo se apoderaron de ella. Tenía que controlar aquella ridícula reacción antes de llegar a la cocina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario