martes, 26 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 37

—Me alegraré de volver a verla —dijo Pedro tranquilamente.

 Paula observó su cara para ver si percibía alguna señal de que aún quisiese a su hermana, pero no vio nada. De todas formas, Pedro tenía los nervios de acero por la costumbre de montar a los toros, y seguro que podía controlar su reacción. Quizá debía provocársela ella.

—Camila ha estado muy ocupada con su  trabajo  y  la he visto  muy  poco,  así  que  tengo ganas de que venga —le dijo ella.

—O sea, que sí que te sientes sola —le dijo él.

—Ya te has  dado cuenta  de que a  veces  hablo  sola,  así  que  es  una  deducción  lógica  —dijo  ella  mirándolo—.  Y  aunque  estoy  muy  contenta  aquí  en  el  rancho,  no  voy a negar que de vez en cuando es agradable tener a alguien con quien hablar.

 Pedro frunció el ceño.

—¿Por qué no te has casado, Paula?

Ella aún lo  observaba,  buscando  una  señal  de  impaciencia  por  ver  a  Camila de  nuevo.  Pero de nuevo  él  la había  pillado  desprevenida  con  su  pregunta.  ¿Qué  pretendía  Pedro centrando  la  atención  en  ella?  Debido a la  confusión,  tuvo  que  pensar un momento antes de contestar.

—Ya te dije la razón —dijo finalmente—. Estuve comprometida y no salió bien.

—Hay  muchos hombres  disponibles  para una  mujer  tan  guapa  como  tú  —dijo  él.

—¿Como quién?

—Gabriel O'Connor, por ejemplo.

—Tiene bastante con las gemelas —dijo ella riéndose—. En más de una ocasión ha dicho que no quiere más mujeres en su vida.

—De acuerdo —concedió él, aunque por su tono de voz se notaba que no se lo creía—. ¿Y Marcos Hart?

—Más de un entrometido ha intentado que yo empezase una relación con él.

—No me extraña. Los dos tienen mucho en común.

—Pero yo no quiero.

—¿Por qué no? Es un hombre atractivo.

 —¡Te has dado cuenta! —le dijo con una sonrisa.

Utilizó la burla para  protegerse  a  sí  misma.  ¿Estaba intentando  ser  amable?  ¿Trataba de emparejarla para que no sufriese cuando él volviese con su hermana?

—Me  preocupo  por  tí —le  contestó—.  Marcos tiene  dinero,  una  casa  bonita  y  una  buena hija. ¿Qué hay de malo?

—Marcos no ha olvidado a su exmujer, y yo ya he pasado por esa experiencia. ¿Por qué iba a cambiar una maravillosa amistad por un romance condenado al fracaso de antemano?

—Para no estar sola.

—Si alguien no hace que tu vida sea mejor, es porque algo falla. Ya he pasado la edad en que una mujer necesita a un hombre para sentirse realizada.

—Eres demasiado joven para estar por encima de todo.

—De acuerdo. Entonces estoy en la fase de que si algo no está roto, no quieres arreglarlo.

—¿Es esa en la que salir con alguien es demasiado complicado?

—Sí —dijo ella—. El fracaso de mi compromiso fue porque no le dí importancia al fiasco de la universidad.

—¿Cómo? —preguntó Pedro.

 —No pasa nada. Creo que todas las chicas se topan alguna vez con un hombre así. Si son listas, solo ocurre una vez.

—¿Un hombre cómo?  —le preguntó agarrándola de la muñeca  para  retener  su  atención.

Su mirada le dijo a Paula que no aceptaría que se saliese por la tangente.

—Ya sabes, el  tipo de hombre  que  piensa  que  una  mujer  debe  sentirse  afortunada  si  él  decide  prestarle  atención.  Al  principio  no  me  dí  cuenta,  lo  quería  mucho. Hasta que me pidió algo que yo no estaba dispuesta a darle.

—¿Qué hizo? —le preguntó él con los ojos brillantes por la furia.

—Se puso pesado. Dijo que había esperado mucho tiempo y no aceptaría un no por  respuesta.  Me defendí  de  él  con un  golpe que tú me enseñaste: una rodilla bien colocada resulta muy convincente.

 Pedro la observó un momento, y después sonrió.

 —¿Funcionó?

—Sí —dijo ella sonriendo también—. Me llamó de todo y me dijo que si seguía así me quedaría sola porque a los hombres solo les interesa una cosa.

—A muchos sí, pero no a todos —le dijo.

—¿Los otros, qué quieren?

 —Éxito, estabilidad, una familia y amigos, un sitio al que llamar hogar. Todo el mundo tiene que averiguar qué está buscando.

—¿Tú lo has averiguado? —le preguntó ella.

Pero ya  sabía  la  respuesta.  Había estado buscando  durante  diez años  y  aún  quería a Camila.

—Aún no lo  sé —dijo  él  negando  con  la  cabeza—.  Pero  cuando lo  averigüe,  serás la primera en saberlo.

Paula pensó  que  no  tendría  que  esperar  mucho.  Cuando  viese a  Camila,  Pedro sería como un libro abierto para ella. No tendría que decir nada.

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