martes, 6 de mayo de 2025

Quédate A Mi Lado: Capítulo 8

Federico cerró la carpeta y levantó la vista con semblante serio.


—¿Es tu hija?


Pedro se detuvo a mitad de camino y se sentó al borde de la mesa.


—Existe esa posibilidad —una posibilidad que lo golpeaba a traición de forma más fuerte que los mi—siles que habían alcanzado su avión en Afganistán.


—Si resulta ser hija de Micaela Thompson, coincide con la... Semana en que estuvimos juntos.


—¿Una semana? —una cierta sorna iluminó por un instante la mirada de su hermano.


Pedro no estaba de humor para bromas.


—Salimos cuando estaba de permiso. Ninguno de los dos quería una relación a largo plazo.


—Ese es siempre tu caso —Federico apartó la vista para dirigirla luego a los documentos.


Sí, no se le conocía ninguna relación seria, pero al menos lo dejaba claro en lugar de dar pie a conclusiones equivocadas.


—Lo que hace aún más irónico el hecho de que Paula me haya propuesto matrimonio.


—Creo que eso la convierte en una persona mucho más lógica —Federico hablaba en voz baja para que los demás no pudiesen oírle—. Si conoce tu reputación, no tiene por qué preocuparse de que vayas a encariñarte con ella o con la niña.


—Me ha dicho que sólo lo había propuesto porque estaba desesperada, que no lo decía en serio, y que igual a mí se me ocurría otra cosa, ¿Tienes alguna sugerencia?


Federico se pasó la mano por la cara, una cara casi idéntica a la de Pedro.


—Creo que lo primero que hay que hacer es averiguar si el bebé es realmente hijo tuyo. No tengo mucho ojo para descubrir parecidos familiares, pero debo confesar que esta niña parece una Alfonso.


—¿Tienes idea de cuánto tiempo lleva hacer una prueba de paternidad? 


—Tengo que admitir que nunca he tenido que hacerme ninguna —miró a su esposa con evidente cariño. Habían tenido un hijo hacía unos meses, tras un embarazo inesperado después de perder la hija que iban a adoptar porque la madre biológica cambió de idea—. Pero seguro que Bautista lo sabe.


El hermano menor había sido siempre un bala perdida, tanto que resultaba difícil distinguir qué había en ello de cierto y qué de reputación, Pedro siempre lo había entendido mejor que el resto de la familia porque se parecía a él, aunque la vida militar le había ayudado a contener mejor sus impulsos. Pero a pesar de eso, parecía haberlo echado todo a perder.


—Cuanto antes aclaremos esto, mejor.


—¿Qué sabes de ella? —Federico señaló con un gesto a Paula, que sostenía la niña sobre su hombro para que ésta eructase.


—Nada —Pedro volvió a abrir la carpeta y hojeó los papeles—. No la conocía, pero estas fotos en que sale con Micaela parecen de verdad.


—Tengo contratado un detective que mañana verificará toda esta historia. Como vive y trabaja dentro del estado, todo resultará más fácil —Federico tamborileó sobre los documentos—. El caso es que todo parece auténtico y en orden. Pronto lo sabremos. Pero no lo suficientemente rápido.


—Entonces, por el momento no tenemos opción —Pedro bajó la voz aunque nadie parecía estar prestando atención a la conversación que mantenía con su hermano—. O esta chica está intentando ayudar a su amiga, en cuyo caso necesita que la ayude y el bebé se queda, o está como una cabra y debe quedarse por la seguridad de la niña.


—Ten cuidado, hermanito —le dijo Federico, aproximándose—. Hay mucho dinero en juego.


La mujer de Federico los miró por encima del hombro.


—Qué cínicos son los hombres.


Maldita sea, habría jurado que estaban hablando en voz baja. ¿Los habría oído Paula también? Aunque tampoco había dicho nada fuera de lugar, Seguramente ella ya había previsto que iba a ser investigada.


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