martes, 6 de mayo de 2025

Quédate A Mi Lado: Capítulo 6

Paula se mordió el labio, avergonzada por haberle soltado la proposición sin más en lugar de explicarle las cosas poco a poco, tal y como lo había ensayado. Pero ya era demasiado tarde para tragarse las palabras. La banda empezó a tocar una balada de la Motown, llenando el silencio que se hizo mientras esperaba la reacción de Pedro, Maldijo a Micaela por haber desaparecido al tiempo que rezaba porque su vieja amiga no se hubiese metido en algún lío. O le hubiese pasado algo peor. Mientras aparecía, tenía que hacer uso de todo posible aliado que pudiese encontrar y deseó con todas sus fuerzas de Pedro fuese uno de ellos. Examinó su rostro buscando un indicio que cuáles eran sus sentimientos, pero éste sabía guardar bien sus emociones. Finalmente, él alzó la mano a la altura del hombro. Ella se puso tensa, preguntándose, esperando su respuesta. Maldita sea, normalmente era a ella a la que le tocaba pensar y hacer los planes. Micaela era la impulsiva, y no al revés. Pedro extendió una mano protectora por la espalda de Valentina.


—Deje que sostenga a la niña un minuto.


Paula se sintió tan aliviada que ni siquiera se dió cuenta de que había estado conteniendo la respiración. Casi no se había atrevido a esperar que a él le resultase fácil conectar con su hija. 


La luz de las antorchas reveló la inquietud de sus ojos, pero ésta desapareció enseguida y esbozó una sonrisa tranquilizadora. Demonios. Había pensado que Paula estaba loca hasta el punto de temer por Valentina. ¡Como si fuese capaz de hacerle daño a la niña! Pero es que ella había forzado la situación al presionarlo tanto para conseguir su ayuda.


—No estoy loca. Soy la última persona en el mundo que haría daño a Valentina — sostuvo a la niña dormida sobre su pecho hasta que él relajó las manos, por no decir su actitud—. No pretendía ser tan brusca al proponerle esto último que hemos hablado, pero estaba dispuesto a irse y no tuve tiempo para sutilezas.


—¿Existe un modo sutil de pedirle matrimonio a un completo desconocido?


Paula ignoró su sarcasmo. 


—Los servicios sociales van a llevarse a Valentina porque no logro dar con su madre. Necesito conseguir tiempo para arreglar su situación.


No sabía qué más hacer. Valentina sólo la tenía a ella... Y a aquel hombre. Su padre.


—Sigo pensando que está medio loca, pero le escucho —dijo, cruzándose de brazos.


¿Se estaba poniendo cómodo o le estaba bloqueando la salida? Fuera como fuese, tenía que hablar, y rápido.


—Muy bien, puede que la idea del matrimonio suene un poco radical, pero es que estoy desesperada —retirar la proposición le pareció prudente, ya que tenía una seria aversión a acabar con una camisa de fuerza—. Mi mayor preocupación es la seguridad de Valentina. Bastante traumático ha sido ya para ella que Micaela saliese de su vida de forma tan repentina.


—Asimilar esto resulta demasiado difícil —dijo él con voz neutra] y mirándola aún con precaución.


Paula perdió los nervios.


—Sí se le ocurre otra alternativa para evitar que la niña pase a régimen de acogida, estaré encantada de secundarla.


Alzó una ceja poblada y oscura.


—Siento ser tan duro de mollera, pero hasta hace noventa segundos ignoraba que tenía una hija.


—Si hubiese mantenido el contacto con Micaela cuando se marchó, habría... — se mordió la lengua para no decir más, aunque deseaba expresar a gritos su frustración al ver que se desvanecía su última esperanza.


El frunció el ceño.


—No puede culparme de que Micaela haya mantenido este asunto en secreto, contando con que sea cierto lo que dice. Estaba ocupado combatiendo en una guerra.


—Lo siento. Tiene razón. Es algo difícil de asimilar y no pretendo pelearme con usted.


—De nada sirve que discutamos.


—Estoy totalmente de acuerdo.


Aun así, él siguió inmóvil frente a la pérgola, de la que la hiedra caía en cascada a ambos lados como tentáculos dispuestos a retener a Paula. 

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