martes, 20 de mayo de 2025

Quédate A Mi Lado: Capítulo 24

 —Ya he terminado con todo el papeleo —la miró, con la respiración todavía agitada—. La semana que viene será oficial.


—Entonces, estás de permiso —¿Y hasta cuándo? Ni siquiera sabía dónde estaba su base. Se había casado con un desconocido que le hacía perder la cabeza con sus besos y ese pensamiento la revolvía por dentro, haciendo que se sintiese infiel a su difunto marido—. Después de un destino tan largo, no es mala idea tomarse un respiro.


—No estoy de permiso —se irguió en la silla, estrechando la mirada—. Vuelvo a mi oficio ahora que he cumplido con mis obligaciones en el ejército. Íbamos a anunciarlo después de la fiesta, pero apareciste con Valentina y desde entonces hemos andado ocupados con este asunto.


A ella le empezaron a zumbar los oídos y el corazón le latió con fuerza.


—¿Qué significa eso exactamente?


—Desde hoy no pertenezco al ejército. Voy a hacerme cargo de una rama de la Fundación Alfonso —le tendió las manos abiertas—. A partir de este momento, estoy a tu disposición.



Una hora más tarde, Paula jugaba con las zapatillas que decoraban las paredes de la habitación de Valentina. Había perdido el control tan deprisa como las lágrimas caían por sus mejillas. ¿En dónde se había metido? Secándose los ojos con el dorso de la muñeca, contempló en la cuna a la niña de sus ojos. Le ajustó la sábana, le retiró un mechón de la cara... Y vió la sonrisa sesgada de Pedro en el rostro del bebé. La vida seguía avanzando implacable en ausencia de su primer marido, había perdido el control de sus sentimientos de tal forma que no sabía si llegaría a recuperarlos alguna vez. Y él y las miles de tentaciones que representaba para ella estarían a su lado todo el tiempo, mientras se acomodaba en una vida familiar que nunca había tenido y que él claramente rechazaba. Pasándose la mano por los labios rememoró todas las conversaciones que habían mantenido. ¿Qué malentendido le había llevado a creer que seguía en la aviación y que no tardaría en marcharse de nuevo? Posiblemente sólo había oído y creído lo que quería con respecto a Pedro en su desesperación por salvaguardar el futuro de Valentina. No había mirado más allá para comprender el daño que iba a provocar en ambos aquel falso matrimonio, Y era tarde para volver atrás. Sólo podía armarse de valor y obligarse a seguir adelante. E intentar no pensar lo mucho que deseaba que volviese a besarla. 



Una semana más tarde, Pedro se encontraba a la puerta de la habitación de la niña, comprobando el intercomunicador para asegurarse de que funcionaba. Se lo apartó del oído, miró a los botones y pulsó un par de ellos. Sí, se oía el ruido de fondo. Santo Dios, el equipamiento de un bebé era más complicado que algunos de los aparatos de vigilancia con los que había trabajado en la aviación. En una semana estaría dirigiendo Alfonso International y, aunque por el momento trabajaba oficiosamente desde casa, muy pronto comenzarían sus viajes de negocios. No había mentido al decir que estaba a disposición de Paula, pero no le había comentado que a partir de una fecha determinada empezaría a viajar mucho más que en su trabajo anterior... Lo que no le dejaba mucho tiempo para conquistarla. Avanzó por el pasillo, ansioso por poner en marcha su plan para persuadirla de que debían disfrutar de los beneficios que conllevaba tener una licencia de matrimonio. A lo largo de la semana anterior, la había llevado a cenar a los sitios más románticos en que pudo pensar, todo un desafío teniendo en cuenta que había una niña de por medio. La había convencido incluso para viajar en el jet de la familia a una feria al aire libre en Halloween. Pensó que a Paula iba a encantarle disfrutar del aspecto histórico de la fiesta y, además, Valentina estaba preciosa con su disfraz de princesa. Tenía que admitir que la niña era más llevadera que lo que él esperaba. Claro que tampoco tenía muy claro qué debía esperar de una niña de su edad. Quizá debía comprarse un libro al respecto o buscar en Internet artículos sobre el cuidado de los niños porque, lo quisiera o no, se había convertido en padre y debía esforzarse al máximo. Y era además marido, cuestión a la que pensaba dedicar toda su atención el resto de la tarde durante su primera salida sólo para adultos. Tendría cuidado de no perder el control de la conversación como ocurrió en la cena que compartieron ambos el día de la boda. Estaba seguro de que podían disfrutar de una relación divertida y excitante, llevarla a un plano más serio sólo complican a las cosas para ambos, y no digamos para Valentina. 

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