martes, 6 de agosto de 2024

Secreto: Capítulo 51

Agradecía la lealtad de su hermano, pero le resultaba difícil aceptar la doblez de Paula, después de que él había tenido con ella la sinceridad que exigía en una relación. Y lo ponía furioso darse cuenta de que toda la ciudad conocía el doble empleo de Paula antes que él. Sin duda en pocos días el cotilleo los rodearía a él y a su familia.


—Si me disculpan un momento, creo que tengo que hablar con Paula.


Su voz era tranquila a pesar de la tensión que sentía. Enrolló el catálogo y se dirigió hacia la casa, deteniéndose ante la vista de Paula meciendo a uno de los bebés, en su rostro suave y bello. Ella levantó la vista al oír el portazo y le sonrió de una forma que le hizo sentir el deseo de no tener aquella prueba acusadora en su mano.


—Paula, ¿Podemos hablar a solas?


El tono de su voz hizo que su hermana lo mirase sobresaltada e incluso atrajo la atención de Camila. Paula pareció sorprendida al principio y después preocupada. Dejó al bebé en el regazo de Camila y lo siguió escaleras arriba, hacia el dormitorio. Había hecho la cama antes de bajar, pero aun así Pedro recordó lo cálida y suave que había sido con él la noche anterior. Aquel recuerdo lo perseguiría siempre, estaba seguro, cuando estuviera en la cama. Solo. No perdió tiempo en discutir con ella. Cuanto antes acabase con aquel asunto, antes se marcharía ella. Y estaba seguro de que en cuanto supiera que aquello era público abandonaría Danby y se iría a otro sitio. Desenrolló el catálogo para que lo viera.


—¿Te importaría explicarme esto?


—Pedro… Esto es lo que he intentado explicarte antes.


—¿No crees que es algo que tenía derecho a saber antes de que hiciéramos el amor? —Sin darle oportunidad para responder extendió ante ella una página en la que aparecía con un salto de cama que mostraba más de lo que ocultaba—. Hubiera estado bien saber antes que la mujer con la que estaba saliendo había posado para unas fotos de lencería que todos pueden ver. 


Ella hizo una mueca y se sonrojó. A él le resultaba difícil de creer que se pudiera sonrojar así después de haber posado para aquellas fotografías. Se sentía dividido entre el deseo de abrazar a la mujer generosa y dulce con la que había hecho el amor la noche antes y el de apartar de sí a la mujer que había sido antes de que la conociera. No tenía ni idea de cuál era la Paula auténtica.


—Tienes razón —murmuró. Tenía la voz estrangulada por la emoción, pero, sorprendentemente, mantuvo la cabeza alta—. Debí haberte hablado del catálogo hace semanas y siento que hayas tenido que descubrirlo de esta manera. Nunca quise que esto les hiciera daño a tí o a tu familia.


Ella no se echó a llorar como él había esperado. Y no le pedía perdón por lo que había hecho en el pasado, sino por haberle hecho daño. Apretó la mandíbula y fortificó sus defensas negándose a dejarse ablandar tan fácilmente. Tenía experiencia de primera mano de lo manipuladoras que pueden ser algunas mujeres para conseguir sus propósitos.


—Estoy seguro de que esto provocará un bonito escándalo en Danby y lo último que quiero o que necesito después de Ángela es una mujer con ese tipo de sorpresas acechando en su pasado. No necesito que la especulación se centre en mi familia.


Tiró el catálogo sobre la cama.


—¿Por qué no me lo dijiste antes, Paula?


—Nunca se lo dije a nadie, Pedro. Ese catálogo no es algo de lo que me sienta orgullosa.


—¿Por qué lo hiciste entonces?


—En aquel momento no tenía otra opción —Paula odiaba la desaprobación que había en su mirada, era exactamente la reacción que ella había temido, pero no podía echarle la culpa por estar enfadado. Lo único que podía hacer era intentar explicarlo—. Cuando murió mi madre, las facturas de los médicos que ella había acumulado por su enfisema recayeron sobre mí. No tenía otra forma de pagarlas, así que acepté un trabajo como modelo para ganar un dinero extra. Hice unos cuantos desplegables de lencería sabiendo que podían acabar siendo un catálogo, pero en aquel momento lo único en lo que podía pensar era en que estaba librándome de una deuda.


Y había sacrificado su respetabilidad por aquel dinero, y estaba segura de que también le había costado su verdadero amor. 

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