-Buenos días -dijo él medio dormido a su oído.
-Buenos días -contestó ella sonriendo automáticamente.
-Feliz cumpleaños, ángel mío -añadió Pedro estrechándola en sus brazos y besando su cabello.
-Gracias.
Paula se apoyó en los codos y sonrió. Se sentía maravillosamente.
-Tenías razón en eso de la aventura, era justo lo que necesitaba por mi treinta cumpleaños -añadió Paula besándolo-. Gracias por ser mi aventura.
-¿Estamos bien? -preguntó él frunciendo el ceño.
-Eso creo, ¿No estamos bien? -asintió Paula.
-Yo estoy bien, así que si tú estás bien... Supongo que los dos estamos bien.
-Bien -contestó Paula, que de pronto se encontró tumbada boca abajo.
-Estás jugando conmigo, ¿No?
-Sí.
-¿De verdad estás bien?, ¿No vas a pedirme que me disculpe con Ignacio? - siguió preguntando Pedro.
-Bueno, lo cierto es que quizá le debas una disculpa, Pedro...
Pedro le tapó la boca con la mano y se movió seductoramente encima de ella.
-Mmm... ¿Qué estás haciendo? -consiguió preguntar al fin Paula, tras agarrarlo de la muñeca.
-No tengo regalo de cumpleaños para tí, así que te estoy recompensando ahora.
-Ah... Dicho así...
-Deberíamos levantarnos -comentó Paula con pereza-. Son casi las doce, ¿No? Tengo que marcharme.
Pedro asintió ausente. Lo cierto era que no estaba dispuesto a dejarla marchar. Durante la semana en que habían estado separados había estado reflexionando mucho, y había tomado una decisión. Y la había tomado antes incluso de que se produjera el milagro de que Paula fuera a su casa. Estaba dispuesto a ir a buscarla y a utilizar todos los trucos que conociera para seducirla y convencerla de que le diera otra oportunidad. No tenía planeado comprometerse, pero si lo que ella buscaba era un marido, estaba dispuesto a serlo. Estaba enamorado, lo suficientemente enamorado como para abandonar unos principios que había mantenido durante años. Además, ¿Qué razones tenía para mantener esos principios? Ni siquiera lo recordaba. Incluso se imaginaba a sí mismo con un par de niños en un futuro no muy lejano. No estaba seguro de estar preparado para convertirse en padre de inmediato, pero siempre se podía negociar ese asunto. Quizá Paula accediera a esperar un par de años mientras él se hacía a la idea. Al fin y al cabo negociar y llegar a un compromiso formaba parte de toda relación. Y, en cualquier caso, le quedaban nueve meses para disfrutar él solo de Paula.
-Un penique por tus pensamientos.
-No estoy seguro de que quieras saberlo -sonrió él.
-¿Es algo malo?
-No, simplemente tengo que estar convencido antes de hablar de ello - repuso Pedro-. ¿Qué vas a hacer por tu cumpleaños?
-Tengo planes -contestó ella con cierta pena.
Pedro esperó a que Paula lo invitara a la fiesta, pero ella no dijo nada. Romina le había comentado que pensaban celebrarlo en su casa. Estaba dispuesto a irrumpir en aquella fiesta si hacía falta. Quizá eso le demostrara a Paula que él era exactamente lo que ella buscaba. ¿Pero qué quería ella?, ¿Qué sentía?, ¿Se había enamorado ella también, o simplemente se tomaba demasiado en serio su sugerencia de tener una aventura? Trató de descifrar todo aquello escrutando su rostro, pero no lo consiguió.
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