jueves, 2 de mayo de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 50

 -Esta mañana estás muy serio, Pedro -comentó ella apartándole el pelo de la frente.


-Supongo que sería imposible convencerte de que te quedaras en mi cama una semana, ¿No?


-Me encantaría -contestó ella besándolo-, pero tengo que marcharme. Tengo mucho que hacer antes de que lleguen los invitados.


-¿Puedo ayudar?


-No hace falta, ayudarán mis amigos. Bueno, en realidad Romina va a hacerlo todo, ya la conoces.


-¿Cuándo volveré a verte? -preguntó Pedro.


Sabía cuándo volvería a verla. Pedro estaba decidido a irrumpir en la fiesta. Pero sentía curiosidad por saber qué planeaba Paula.


-No sé... Quizá pueda pasar por aquí cuando termine la fiesta -sugirió ella vacilando.


-Estupendo, te daré una llave.


Pedro se dió cuenta demasiado tarde de lo que había dicho. Bien, eso lo decidía todo. Definitivamente. Era un caso perdido. Paula lo miraba inquisitivamente, tratando de leerle la mente.


-¿Vas a darme una llave? -repitió ella.


-Si quieres... A veces es lo más sencillo -contestó Pedro encogiéndose de hombros-. Da igual. 


-Llamaré a la puerta, ¿De acuerdo? 


-De acuerdo - contestó Pedro molesto. 


-¿Qué vas a hacer hoy?


-¿No lo sabes? -preguntó a su vez Pedro jugando con su oreja-. Voy a ir a comprarte un regalo. 


-¿En serio? -dijo ella con los ojos iluminados-. No hace falta que me compres nada.


-Lo sé, pero quiero hacerlo.


-¿Cuándo es tu cumpleaños? -preguntó Paula. 


-Dentro de cinco meses exactamente. 


-¿Exactamente? -repitió Paula. 


-Sí.


-Así que hoy cumples treinta y dos años y siete meses. Yo también te compraré algo.


Paula no esperaba seguir con él el día de su cumpleaños, era evidente. Pedro la dejó salir de la cama y vestirse, aunque de mala gana. Ella no quería que él asistiera a su cumpleaños, pero aun así iría. Y la convencería de que algún día podía llegar a ser un buen padre. Paula se inclinó para besarlo y despedirse y él sonrió. Acababa de ocurrírsele qué le regalaría.



Paula suspiró mientras se peinaba en el baño. Romina se dirigía a abrir la puerta al primer invitado. No le gustaba pasar su cumpleaños sin Pedro después de lo ocurrido la noche anterior, pero no podía invitarlo a casa de su hermanastra. A él no le habría gustado tener que hacer el papel del novio ante una persona de su familia, y ella prefería ahorrarse el rechazo. No obstante aquella mañana parecía decepcionado. Quizá hubiera debido explicarle por qué no lo invitaba. Quizá debiera llamarlo por teléfono y hacerlo. Pero al fin y al cabo iba a verlo esa noche. Se dirigió al salón decidida a pasárselo bien, pero se detuvo en seco en el pasillo al ver quién había llegado.


-¿Qué tal van las cosas con eso de las citas? -le preguntaba Romina a Pedro.


-Bien.


-Paula no quiere contarme nada. ¿Ha salido con muchos chicos? -siguió preguntando Romina.


Paula no podía ver a Romina, pero sí a Pedro, que estaba de espaldas. Y por supuesto ninguno de los dos la veía a ella. Él se encogió de hombros y respondió:


-Unos pocos.


-Ve a alguien en especial,  ¿Verdad? Estoy convencida. ¿Es ese Ignacio? ¿Crees que funcionará?


-Yo ya no soy su carabina, Romi -respondió Pedro-. Y no preguntes más, no voy a contestarte si ella no te lo cuenta primero.


-¡Vamos, Pepe! -insistió Romina-. ¡Cuenta, por favor! ¡Me muero de curiosidad! Dame una pista. Sale con alguien, ¿No? Paula no quiere decirme ni eso.


-Sí -respondió Pedro suspirando-, digamos que... Sale con alguien. No sé si ella quiere que funcione, pero yo creo que es el hombre adecuado para ella.


-¿En serio? Es ese Ignacio, ¿Verdad?


-¡Romina, ya basta!


-Suena prometedor -continuó Romina-. ¿Crees que se ha enamorado de él? 

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