jueves, 28 de marzo de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 12

 -¿Hasta dónde llegaron... Fingiendo ser amantes?


-No demasiado lejos.


-¿Te besó? -siguió preguntando Romina.


-¡No!


Pedro la había llevado a casa y allí se habían despedido. Era de esperar, el pobre chico estaba asustado ante la idea de que ella le pidiera que fuera el padre de su hijo.


-¿No hubo beso? ¡Vaya! Pero no te preocupes, quizá la próxima vez. Mañana, ¿Eh?


Paula sonrió misteriosamente, pero no contestó.


-Bien, cuéntame -insistió Romina impaciente-. ¿Qué ocurrió después de dejar plantadas a sus parejas? Aún no habías llegado a casa a las once, así que algo debió pasar.


-Cenamos juntos y hablamos.


-¿Hasta las once? -siguió preguntando Romina.


Paula asintió. El tiempo había pasado rápidamente. Tras acceder Pedro a ayudarla habían hablado de otros temas. Habían cenado, habían tomado café y se había divertido mucho. Así debían ser las citas, había pensado entonces ella. Y él también parecía haberlo pasado bien, aunque quizá se lo hubiera tomado como la primera lección práctica y simplemente hubiera estado tratando de enseñarle cómo debía ser una cita. Sí, eso debía ser. Y la lección había dado sus frutos: Tenía ya dos ejemplos de citas, una terrible y otra maravillosa. Y todo en una sola noche.


-Bueno, cuenta. ¿Adónde van mañana?


Ya era suficiente. Paula había permitido que su amiga malinterpretara los hechos, pero necesitaba confiarle la verdad a alguien. Y Romina era una de sus mejores amigas.


-En realidad no es lo que tú crees, Romi. No tengo una cita con él. Simplemente me va a dar consejos para salir con otros hombres.


-¿Qué quieres decir?


-Bueno... Él es un mujeriego.


-¿Un mujeriego?


-Sí, sale con una chica distinta cada noche. Se las sabe todas. Puede ayudarme a no hacer el ridículo hasta que aprenda. Me va a enseñar - explicó Paula.


-¿Que ese hombre te va a enseñar a salir con otros hombres?


-Sí... -asintió Paula.


Dicho así el asunto sonaba de lo más absurdo. Durante el transcurso de aquel día Paula había tratado de convencerse de que era de lo más razonable, pero Romina la miraba exactamente igual que Pedro al principio.


-¿Y él accedió? 


-Sí.


-No creo que ningún hombre accediera a una cosa así simplemente por bondad -sacudió la cabeza Romina.


-Voy a pagarle.


-¿Pagarle?


-Sí, lo he contratado como consultor -afirmó Paula. 


-¿Consultor? -repitió Romina-. Comprendo.


-¿Por qué no? Él tiene la experiencia que a mí me falta. Es perfectamente lógico contratar a alguien para que te enseñe las habilidades de las que careces.


-Bueno, lo que es evidente es que él se interesa por tí, lo cual es fantástico. Interesante estrategia, Pau, puede que funcione.


¿Estaba Pedro interesado en ella?, se preguntó Paula. Ni siquiera se le había ocurrido pensarlo, sobre todo después de haberle informado de su intención de formar una familia. ¿Sería posible que hubiera accedido porque ella le interesaba? No, de ningún modo. Nada más pronunciar la palabra hijo él había sentido pánico. Pedro tenía fobia a los compromisos. Aunque ella hubiera sido una mujer irresistible, que no era el caso, la simple mención de la palabra familia bastaba para hacerlo huir.


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