martes, 26 de marzo de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 6

 -Absolutamente -declaró Pedro-. Puede incluso que le enseñe un poco de educación a ese tipo.


-No parecías muy contento de estar con ella.


-Candela es buena chica -aseguró Pedro echándose a reír-. Es amable, en serio. Pero es demasiado joven. O quizá yo me esté haciendo viejo. Sólo hablaba de famosos, y yo ni siquiera había oído hablar de la mitad de ellos.


-¿Y cómo es que sales con ella?


-Igual que tú, por una cita a ciegas. Mi hermanastra lo planeó todo. A mí no me gustan esas citas, pero ella insistió.


Eso era cierto, pero no era toda la verdad. Sin embargo no le estaba permitido decir nada más. Se lo había prometido a Romina. Y eso lo hacía sentirse culpable.


-¿Candela es amiga de tu hermanastra?


-No, es la hermana pequeña de un amigo de su marido, creo. Algo así.


-Comprendo -contestó Paula pensativa-. Así que... Eres un soltero convencido, ¿Eh? Te resistes a todos los intentos de emparejarte. 


Playboy, ligón, soltero convencido... Paula tenía un montón de etiquetas bajo las cuales clasificarlo.


-No, mi único crimen es seguir soltero. Y feliz -añadió Pedro.


-¿Y cómo es eso? -preguntó Paula haciendo una mueca-. Lo siento, no es asunto mío.


-No importa, sencillamente me gusta mi vida tal y como es -contestó Pedro soltando su respuesta habitual en esos casos-. Por supuesto, si le preguntas a mi hermanastra o a cualquier casamentera te dirá que el problema es que aún no he encontrado a la mujer ideal.


-Ésa no es razón para seguir soltero -razonó Paula-. Si lo piensas bien, a nuestra edad la mayor parte de la gente está casada... A pesar de no haber encontrado nunca a la persona ideal.


-Eso es un poco cínico, ¿No crees?


-Pero es cierto.


-Sí, supongo -convino Pedro-. Y muchos se han divorciado.


La conversación se interrumpió mientras Pedro estacionaba ante la puerta del restaurante y el camarero los guiaba a una mesa, pero Paula enseguida la retomó donde la habían dejado. Apoyó la cabeza en los codos y le dirigió una mirada penetrante. Tenía los ojos muy verdes, observó él. De un verde que se oscurecía cuando se emocionaba o entusiasmaba. Le gustaba aquel tono esmeralda.


-Bien... ¿Quieres decir entonces que se debe esperar a. encontrar a la pareja perfecta en lugar de casarse con otro cualquiera... Menos perfecto quizá?


-Yo no lo expresaría de ese modo -sonrió Pedro-. Suena demasiado romántico y poco viril, ¿No crees?


-¡Al contrario! -exclamó Paula-, las mujeres prefieren a los hombres románticos. Bueno, yo al menos. Pero es un lío, ¿Verdad? Es complicado eso de reconocer a la persona perfecta. Apuesto a que todas esas parejas divorciadas estaban convencidas de que su amor duraría eternamente.


-Bueno, pero la gente cambia, ocurren cosas. La vida sigue.


-Sí, y luego están las parejas inseparables, como mi amiga Romina y su marido. Ni la división de los continentes podría separarlos.


-Algunos tienen suerte.


-Y otros no -suspiró Paula-. Así es la vida, ¿Verdad? Cuestión de suerte.


-Tengo la sensación de que tras ese suspiro hay toda una historia -comentó Pedro con curiosidad-. ¿Se trata de esa larga historia que mencionaste antes?


-Sí, te contaré la versión abreviada: Creí encontrar a la persona perfecta, pero resultó que no.


-Lo siento.


-Rompimos hace un año -continuó Paula-. Me tomé mi tiempo para superarlo, pero ya es agua pasada, así que ahora voy a empezar a salir por primera vez en la vida. Y a juzgar por lo de esta noche, no va a ser muy divertido.


-Puede ser divertido -rió Pedro-. Mucho. Pero también horrible. Lo bueno es que las aventuras terribles se convierten luego en excelentes historias que contar.


-¿Lo ves? Por eso te necesito.


-¿Cómo?, ¿quieres que te cuente mis aventuras terribles? -preguntó Pedro.


-No exactamente... 

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