No preguntes, fueron las primeras palabras que salieron de boca de Paula cuando Romina le abrió la puerta al día siguiente. Le había prometido pasar por su casa para informarla acerca de la cita, pero en lugar de ello casi le exigió una disculpa. Enseguida, sin embargo, se dio cuenta de que Romina estaba enfadada y la miraba con desaprobación.
-¿Qué ocurre? Pareces enfadada.
-¿Que qué ocurre?, ¿Cómo puedes preguntarme qué ocurre? -replicó Romina casi a gritos-. ¡Anoche te llamé mil veces, me quedé despierta hasta las once esperando noticias tuyas!
-Lo siento, mami, no sabía que había toque de queda.
-Entra, llevo horas esperándote. ¿En qué diablos estabas pensando? -exigió saber Romina.
-¿De qué estás hablando?
-Volviste a casa con él, ¿Verdad? -siguió preguntando Romina, cerrando de un portazo.
-¿Con Julián? De ningún modo.
-No estoy hablando de Julián.
-Ah, así que te has enterado.
-Puedes apostar a que sí.
-Bueno, tampoco volví a casa con él. No suelo llevarme extraños a casa. Probablemente sea ése el problema -añadió Paula en un murmullo.
-No me engañes, Paula, no estoy hablando de ningún extraño. Estoy hablando de Nicolás.
-¿Nicolás? -repitió Paula.
-Has vuelto con Nicolás, ¿Verdad? Te fuiste a casa con él, ¿No es cierto? Por eso no habías llegado a las once y diez -declaró Romina sacudiendo la cabeza disgustada-. Te has acostado con él, ¿No es eso? ¿Es que has perdido la cabeza?
-¿Nicolás? ¿De qué diablos estás hablando, Romina?
-No te hagas la inocente, Pau. Lucas me ha llamado desde el trabajo. Se enteró de lo de Nicolás por Julián. Se presentó en medio de la cena y te fuiste con él.
-¡Ah! -exclamó Lea echándose a reír-. No, no fue él. Hace casi un año que no lo veo. Tranquila, Romi, no he vuelto con él. Ni pienso hacerlo.
-¡Vaya! -musitó Romina-. Me alegro, pero, ¿Cómo es que me han informado tan mal? Porque vamos a ver, ¿Es que no puede uno fiarse ni de los rumores de la oficina? ¿Y quién se habrá inventado algo así?
Paula estaba indecisa, no sabía si contarle lo de Pedro.
-No lo sé, pero no pienso darte las gracias por arreglarme la cita con Julián.
-¿No te gustó? -preguntó Romina.
-¡Trató de meterme el pie por debajo de la falda antes incluso de que nos sirvieran el primer plato!
-¿El pie? -repitió Romina- ¡Vaya, lo siento! ¿Sólo eso o hay más?
-No, me rescataron antes de que la cosa fuera a más -confesó al fin Paula sin querer-. De ahí es de donde surgió el rumor acerca de Nicolás. Julián ha debido contarle a Lucas que me raptó mi ex -explicó.
-¿Te raptó o te salvó?
Paula sonrió al recordarlo. La experiencia había sido emocionante.
-Había un tipo en la mesa de al lado que también estaba allí en una cita a ciegas y tampoco estaba muy a gusto, así que fingimos ser novios y nos escapamos juntos...
-¡Dios! -exclamó Romina abriendo la boca atónita-. ¿Quieres decir que dejaron a sus respectivas citas plantadas y huyeron?
-Sí.
-¡Vaya! -volvió a exclamar Romina impresionada-. Eso no ocurre muy a menudo, no sabía que fueras capaz de algo así -añadió sirviendo té-. ¿Por qué a mí no me ha ocurrido nunca nada tan emocionante? ¡No es justo, estoy furiosa!
Paula miró a Milo, que reptaba e intentaba subir por la pata de la mesa.
-A mí me parece que tu vida es muy emocionante -declaró Paula sonriendo al niño.
-Cuéntame cosas de ese tipo, parece interesante. Tienes su número de teléfono, ¿No? Espero que sí. Así que te rescató... No serás tan tonta como para dejar escapar a un héroe así, ¿No?
-Voy a verlo otra vez mañana por la noche -afirmó Paula.
-¡Vaya!, ¡Es fantástico! ¡Suéltalo todo! Quiero todos los detalles.
-Bueno, no ocurrió nada realmente.
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