martes, 28 de febrero de 2023

Desafío: Capítulo 48

Esa tarde, Pedro fue a la consulta del doctor Morris.


—Tiene buen aspecto —murmuró el médico, examinando la pierna—. No puedo creer que seas el mismo hombre que hace un par de meses, ése que se veía pegado a la silla de ruedas de por vida. Pero, claro, una buena fisioterapeuta hace milagros. Aunque no tengo que decírtelo a tí. Por cierto, ¿Dónde está Paula?


—En casa —contestó Pedro.


—No sé qué habría sido de tí de no ser por ella. La verdad, era nuestra última esperanza.


—Sí, paula es maravillosa —murmuró él, apartando la mirada—. Doctor Morris, me gustaría saber si ya puedo volver al circuito. ¿Estoy recuperado del todo?


—Has recuperado masa muscular y el hueso ha curado muy bien, aunque siempre cojearás un poco. En cuanto al rodeo, la verdad es que no me hace ninguna gracia decirle esto a un paciente, pero… No hay ninguna razón médica que te lo impida.


Pedro asintió. Después de tanto tiempo, había llegado el día. Sin embargo, no estaba seguro…


—Gracias, doctor Morris.


—Dale las gracias a tu mujer. Ella es la que te ha devuelto a la vida. Por cierto, esos clavos en la pierna no te aseguran nada. Si vuelves a caerte del toro y caes mal… La lesión podría ser irrecuperable. A lo mejor es hora de pensar en un cambio de vida, ¿No?


Cuando salió de la consulta, Federico lo estaba esperando.


—¿Qué te ha dicho?


—Que estoy bien del todo.


—¿Y qué piensas hacer?


—Lo que siempre he querido hacer: Volver al rodeo.


—Pero… ¿Paula y la niña?


—Paula y yo hemos hablado mucho sobre esto. Ella sabe que es lo que quiero hacer.


—Ya, pero seguramente preferiría que te quedases en el rancho —suspiró Federico—. Y yo también, por cierto. Lo de la sociedad sigue en pie.


—Ya sabes que yo necesito un poco de emoción en mi vida — intentó sonreír Pedro—. Me gustar estar en la carretera, de un lado a otro…


Aunque Paula cada día era más importante para él, ¿Cuánto tiempo podría estar encerrado?, se preguntó. ¿Y si no podía darle lo que ella necesitaba?


—Ya, pero es que nunca has probado otra cosa —replicó su hermano—. A lo mejor te sorprendes.


—Sí, es verdad. Pero también es posible que haciendo otra cosa sea un completo fracaso.



Seis días después, Pedro estaba en un hotel de Lubbock, mirando el teléfono. Llevaba una semana separado de Paula y estaba empezando a resultar insoportable. Había vuelto al circuito, aunque sólo para firmar autógrafos. En otras circunstancias, estaría encantado con la atención de las mujeres, de la prensa, de los fans… Sin embargo, no lo estaba. Ni siquiera estaba seguro de querer volver a montar un toro. Sólo podía pensar en Paula, cómo estaría, si el embarazo se le notaría un poco más… Frustrado, se acercó a la ventana. Tenía que dejar de pensar en ella. Pero cuando no pensaba en Paula, pensaba en la propuesta de su hermano. Federico incluso le había ofrecido venderle parte de su rancho… ¿No sería lo mejor?, se preguntaba. En ese momento llamaron a la puerta. Era Tomás Andrews, uno de los jóvenes prometedores del circuito.

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