jueves, 9 de febrero de 2023

Desafío: Capítulo 27

Alejandra Chaves seguía siendo una mujer muy hermosa con su pelo castaño y sus ojos de color ámbar.


—En realidad, hemos pasado por el rancho de Luis y él sugirió que viniéramos a verte. Dijo que al señor Alfonso no lo molestaría.


—Pero es que estoy trabajando ahora mismo…


Pedro se levantó de la silla.


—No pasa nada, Paula. Claro que puedes recibir a tus padres. Hola, señor y señora Chaves. Y soy Pedro, no el señor Alfonso.


—Encantada de conocerlo —sonrió Alejandra, acercándose para estrechar su mano.


—Lo mismo digo. Señor Chaves.


—Encantado. Llámame Miguel, por favor. Y mi mujer es Alejandra. Por cierto, veo que estás muy bien —dijo el padre de Paula—. Espero que mi hija haya tenido algo que ver.


—Por supuesto. Si no hubiera sido por ella, seguiría en la cama —sonrió Pero—. Bueno, voy a darme una ducha. Por favor, Paula, sírveles un café o lo que quieran.


Paula intentó sonreír, pero no las tenía todas consigo.


—Pensaba ir a verlos este fin de semana.


—Paula, ¿Te encuentras bien? Te veo muy pálida —dijo su madre.


—No, estoy bien. ¿Quieres un café, mamá?


—¿Seguro que no te pasa nada?


—Nada en absoluto —contestó ella, volviéndose para sacar las tazas del armario.


—Miguel, ¿Te importa traer las magdalenas del coche? —dijo su madre entonces.


—Ah, es verdad.


Cuando su padre las dejó solas, Paula se echó a temblar.


—Muy bien, hija. Ahora puedes contarme la verdad.


—Mamá, no me pasa nada…


Alejandra Chaves la miró de arriba abajo y se fijó en su cintura.


—Estás embarazada.


Ella se mordió los labios. Nunca había podido mentir y, en cualquier caso, tenía que contárselo tarde o temprano.


—Sí. Lo siento, mamá —murmuró, echándose en sus brazos— . Lo siento mucho.


—No llores, cariño. Todo va a salir bien.


—Yo no quería que pasara…


—Lo sé —la interrumpió Alejandra—. Pero ha pasado y ya está. ¿Qué piensas hacer?


—Trabajar y cuidar de mi hijo.


—¿Y el padre del niño?


Antes de que Paula pudiera hablarle de Thiago, su padre volvió a entrar con una caja.


—¿Qué ocurre?


Contárselo a su padre sería mucho más difícil, pero tenía que hacerlo.


—Cuéntaselo, Paula —murmuró su madre.


—Yo… Verás, papá. Voy a tener un niño.


Miguel Chaves abrió los ojos como platos.


—¡Pau! Hija mía, ¿Estás bien?


—Sí, sí, estoy bien. Y el niño está bien.


—Pues entonces dime quién es el responsable. Tendrá que hacerse cargo y…


—Papá, no lo entiendes.


—Claro que lo entiendo. Entiendo que el padre del niño tendrá que hacerse responsable. ¿Quién es? Dímelo, hija.


Paula no sabía cómo decirle que el padre de su hijo había muerto. Que su nieto sería hijo de soltera. Abrió la boca para hacerlo, pero en ese momento entró Pedro en el salón.


—Soy yo, señor Chaves. Yo soy el padre del niño.


Paula se quedó tan perpleja que no pudo decir nada. Miguel se acercó a Pedro, muy serio.


—Si eso es verdad, espero que hagas lo que debe hacer un hombre. Y lo antes posible.

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