No recordaba haber dicho que sí, pensó Paula. Pero dos días después, estaba probándose el vestido que llevaría el día de su boda. Era un vestido de color marfil, con el corpiño ajustado y manga larga, acampanada. Se llevó una mano al estómago, intentando calmar los nervios.
—Cariño, estás preciosa —sonrió su madre—. Y el collar de perlas de tu abuela quedará de maravilla. Sencillo, pero elegante.
Paula hubiese querido poner fin a aquella locura. ¿Cómo había pasado?, se preguntó. Pero cuando fueron a hablar con sus padres, todo el mundo dio por sentado que iban a casarse de inmediato. De hecho, sus hermanos prácticamente amenazaron a Pedro. Y ella no quería ser una obligación para nadie. Iba a casarse con un hombre al que apenas conocía. Un hombre que no estaba hecho ni para el matrimonio ni para la paternidad. Un hombre que nunca dejaría su profesión por ella.
—Yo creo que estás maravillosa —insistió Alejandra—. Aunque el vestido de encaje antiguo también es bonito. ¿Tú qué crees?
Paula no quería tomar más decisiones. Sólo quería salir corriendo. Pero tenía que pensar en su hijo…
—Estás absolutamente preciosa —dijo la dependienta—. Ese vestido parece hecho para tí.
Entonces miró la etiqueta y se llevó un susto. Sus padres no podían pagar ese dineral.
—¿No hay nada un poco más… Asequible?
—No tienes que preocuparte por eso, cariño. El señor Alfonso ha dado instrucciones muy precisas al respecto. El precio del vestido no es un problema.
—Pero no puedo…
—Entonces nos llevamos éste —la interrumpió su madre—. Ah, y necesitamos zapatos.
—¡Mamá!
—Ese hombre te quiere, cielo. Y si Pedro quiere verte guapísima el día de la boda…
—Pero no lo entiendes…
—Claro que lo entiendo. No hay nada malo en dejar que tu futuro marido te regale el vestido de novia —suspiró su madre—. Lo que siento es que tu padre y yo no podamos pagar la boda.
—Mamá, no les he dado tiempo para planear nada. No es culpa suya.
—Y, además, tenemos un regalo: Un nieto.
—Entonces, ¿Estás contenta? —preguntó Paula.
—Estoy muy contenta, hija. Sobre todo, porque has encontrado a un hombre que te quiere.
Paula tuvo que morderse los labios para contener las lágrimas. Iba a casarse con un hombre al que apenas conocía… Peor, iba a casarse con un hombre del que empezaba a enamorarse. Y Pedro no la querría nunca. De modo que iba de cabeza al desastre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario