jueves, 9 de febrero de 2023

Desafío: Capítulo 28

 —¿Estás loco? —exclamó Paula cuando se quedaron solos.


Pedro se estaba preguntando lo mismo, pero le había parecido la única solución. Cuando salió de su cuarto y vió el rostro angustiado de Paula supo que era lo que debía hacer.


—Seguramente. Pero no sería la primera vez que hago una locura.


—Pero ahora tengo que contarle la verdad a mis padres, ¿No te das cuenta? ¿No has pensado que mi padre espera que… Te cases conmigo? Lo siento, de verdad. No sé cómo nos hemos metido en este lío…


—Paula, no te preocupes. La culpa es mía. No quería complicar las cosas, pero he metido la pata.


Durante aquellas semanas se habían hecho amigos y Paula le importaba mucho. Y le rompía el corazón verla triste. Sin duda, era una mujer muy fuerte y podía resolver su problema ella sola, pero no pensaba dejar que lo hiciera. Tenían que pensar en el niño. Un niño inocente que no merecía llegar al mundo en aquella situación.


—Paula, escúchame —dijo entonces, abrazándola—. He tenido una idea que podría funcionar. Hablaremos con tus padres y les diremos que no tienen nada de qué preocuparse porque… Porque voy a casarme contigo.


Paula se apartó de golpe.


—¿Qué?


—Lo que has oído.


—Esto no tiene gracia, Pedro. Y no me gustan las bromas.


—No estoy de broma. Escúchame un momento, por favor.


—¿Para qué? Estamos hablando de mi vida, de mi hijo.


—Y yo también. Sé lo que es crecer sin un padre, te lo aseguro. Y sé que si Thiago no hubiera muerto, las cosas habrían sido completamente diferentes, pero no es culpa de tu hijo. Supongo que tus padres conocían a Thiago…


Paula negó con la cabeza, recordando la excusa que inventó cuando Thiago no fue a su ceremonia de graduación. Más tarde descubrió que la había plantado para bajar el río Colorado en canoa.


—Debían haberse conocido en mi ceremonia de graduación, pero no apareció. Y les dije que… Habíamos roto.


—Ah, pues entonces es creíble que yo sea el padre del niño, ¿No?


—¡No! Cuando nazca, todo el mundo se dará cuenta de que es imposible. Estoy embarazada de tres meses y medio y sólo llevo aquí seis semanas. Aunque hubiéramos estado juntos desde el primer día…


—Oye, que yo soy famoso por encandilar a las mujeres — intentó bromear Pedro.


—Pero yo no soy así. No me acuesto con cualquiera…


—¡Oye!


—No quería decir eso. Quería decir que… Sólo he estado con un hombre en toda mi vida.


La sonrisa de Pedro desapareció.


—Al contrario que yo, que he estado con cientos de mujeres. No sé de dónde he sacado el tiempo y la energía para convertirme en un campeón del rodeo —dijo, irónico.


—Perdona, no quería decir eso —suspiró Paula.


—Sí querías decirlo. Y te sorprendería saber que los campeones del rodeo somos atletas, o sea que tenemos que entrenar horas y horas. En un buen día, te cuesta trabajo hasta levantarte de la cama, así que imagínate ir de fiesta… No digo que sea un monje, pero todas las mujeres con las que he estado sabían que no soy de los que sientan la cabeza —explicó Pedro entonces—. Lo más importante para mí siempre ha sido mi trabajo.


—Más razón para olvidarnos de esa idea absurda.


—No estoy de acuerdo. Si nos casáramos, yo no tendría que preocuparme por las distracciones del circuito.


Aquello era una locura. Sin embargo, Paula empezaba a pensarlo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario