jueves, 2 de febrero de 2023

Desafío: Capítulo 20

La siguiente en llegar fue Josefina Ramírez, que estaba casada con el hermano menor, Ezequiel. Tenían una niña de dos años, Bianca. Josefina era hija biológica de Luis, un hecho que habían descubierto sólo un par de años atrás. Poco después llegó Daniela Shayne Trager, que estaba casada con Javier, otro hijo ilegítimo de Francisco Ramírez. Daniela tenía un hijo de cinco años, Luca, y otro niño en camino. Por fin, Romina se reunió con ellas y anunció que Federico y ella iban a tener un hijo en septiembre. Los Ramírez se mostraron encantados. Paula no pudo aguantar más y le pidió a Agustina que le dejara tomar en brazos a Germán, que se parecía mucho a su padre y, sorprendentemente, también a Pedro. Entonces se preguntó a quién se parecería su hijo. ¿Sería igual que Thiago? El mayor problema era explicar la situación a su familia. ¿Aceptarían con entusiasmo la noticia de que iban a ser abuelos, aunque no estuviera casada? ¿Y cómo se lo tomaría Pedro? ¿Dejaría que siguiera siendo su fisioterapeuta?


—Miren eso —rió Juana, asombrada—. Los seis hermanos juntos. Al fin.


Pedro respondía a las preguntas de Cristian, Diego y Ezequiel por turnos y escuchaba las historias de su infancia. Enseguida supo lo duro que había sido para ellos. Aunque Luis los crió como si fueran sus hijos, no les resultó fácil. Tuvieron que convencer a mucha gente de que no eran como su padre.

 

—Nuestras vidas deben parecerte aburridas en comparación con la tuya —sonrió Ezequiel—. Supongo que echas de menos el rodeo.


—Sí, lo echo de menos —admitió Pedro—. Pero mira cómo me he quedado. Aún me queda mucho para poder competir otra vez.


—¿Piensas volver al circuito? —le preguntó Diego.


—Me encantaría. No sé hacer nada más.


—Yo lo que quiero es que se quede aquí y sea mi socio en el rancho —intervino Federico.


—Aún no estoy preparado para retirarme —dijo su hermano—. Con la rehabilitación lograré recuperar la movilidad de la pierna y aún me queda por lo menos un año de competiciones.


Diego soltó una carcajada.


—Cómo se nota que eres soltero. Agustina me mataría si intentara hacer algo peligroso.


—Y Juana, y Josefina —afirmó Cristian—. Pero una mujer de verdad es más excitante que un toro. No lo digo para ofenderte, Pedro.


—No, claro que no. Cuando uno se enamora hace muchas tonterías.


—Desde luego —rió Javier—. Yo me he hecho carpintero, Cristian está con sus caballos, Diego con las acciones del rancho y Ezequiel con la empresa de seguridad. Yo diría que todos nos hemos rendido de una forma u otra.


Pedro asintió, pero él no era como sus hermanastros. Todos tenían un hogar, una familia… Una mujer especial. Él no quería eso. Entonces, ¿Por qué sentía cierta envidia? Cuando miró alrededor buscando a Paula la vió charlando con las esposas de los Ramírez. Tenía un niño en brazos y sonreía con una expresión de auténtica felicidad. Entonces, como si hubiera notado que él la miraba, volvió la cabeza y sus ojos se encontraron. Pedro tuvo que tragar saliva. Cristian le dijo algo, pero no lo oyó.


—Déjalo, ¿No ves que está distraído? No ha oído una sola palabra —rió Diego.


—¿Qué? ¿Qué estaban diciendo?


—Nada importante, no te preocupes.


—Pues yo sí tengo algo importante que decir —sonrió Federico entonces—. Romina está embarazada.


Después de dar la noticia, recibió palmaditas en la espalda y apretones de manos. Pedro también se alegraba.

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