jueves, 2 de febrero de 2023

Desafío: Capítulo 17

 —¿Cómo lo sabes? —preguntó, intentando disimular el temblor de su voz.


Pedro sonrió.


—Al principio no estaba seguro. Ya sabes cómo son los niños. Pero cuando ví el rostro de Federico y Romina me dí cuenta de que era verdad. Romina tiene ese brillo…


—¿Romina? —repitió Paula.


—Sí, está embarazada.


—¿Romina está embarazada?


—¿Qué pasa, hay eco? Ése era el gran secreto de Catalina. Parece que oyó a sus padres hablando en el dormitorio y, al ver la cara de tonto de mi hermano, he descubierto que era verdad. ¿Tú lo sabías?


—Sí —mintió Paula, intentando parecer convincente—. Pero no se lo cuentes a nadie. Seguramente, están esperando el momento para dar la noticia a todo el mundo.


—Yo sé guardar un secreto —dijo Pedro, ofendido.


—Sí, seguro.


—Bueno, es que me has pillado en un momento de debilidad.


Evidentemente, ya no estaba hablando del embarazo de su cuñada. Paula intentó olvidar el beso, pero le resultaba imposible olvidar el calor de sus labios… Y cuando vió que él la miraba de arriba abajo, sus pezones se marcaron bajo la blusa.


—¿Tienes hambre? —preguntó, sin aliento—. Deberías tomar proteínas.


Pedro intentaba mantener su promesa, pero Paula Chaves era una mujer muy tentadora. No debería besarla, se dijo. Ella iba a ayudarlo a volver al circuito. Eso era lo más importante… En ese momento, llamaron a la puerta.


—Qué día llevamos —sonrió, apoyándose en las muletas.


Esperaba que fuese Federico, pero era un hombre mayor, con el pelo blanco. Tenía el rostro marcado por las arrugas y los ojos muy claros.


—Buenos días. Siento venir tan temprano, pero Federico me ha dicho que estarías levantado —sonrió, ofreciéndole su mano—. Soy Luis Barrett. Quería darte la bienvenida a San Angelo.


Pedro, pillado por sorpresa, estrechó la mano del hombre.


—Hola, soy Pedro Alfonso.


—Ya, lo sé. Te pareces mucho a tu hermano —dijo Barrett entonces—. Siento lo del accidente, pero me alegra ver que estás bien —añadió, jugando con el Stetson—. ¿Te importa si hablamos un momento?


Pedro dió un paso atrás.


—Pase.


—Gracias —murmuró el hombre, observando las paralelas—. Veo que estás ocupado, así que sólo te entretendré un momento. ¡Pero bueno, si es Paula Chaves!


—Hola, señor Barrett.


—Puedes llamarme Luis —sonrió el hombre—. Qué guapa estás. No te había visto desde que te fuiste a la universidad.


—Sí, terminé la carrera el año pasado.


—Lo sé. Tu padre le dió la noticia a todo el mundo. Está muy contento de que su niña haya vuelto a casa.


Pedro vió que se ponía colorada.


—Yo también estoy contenta.


—Y debes ser muy buena en tu trabajo si has conseguido que Pedro se levante.


—Paula es una negrera —sonrió él.


—Alguien tiene que serlo —replicó Paula—. Si no, te quedarías todo el día en la cama.


El hombre miró de uno a otro.


—Bueno, yo no quería interrumpir. Sólo quería invitarlos a cenar este fin de semana.


Pedro se puso tenso. Apostaría sus mejores espuelas a que los Ramírez estarían en esa cena.


—No sé si es una buena idea.

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