martes, 7 de febrero de 2023

Desafío: Capítulo 21

Pero no podía dejar de mirar a Paula. Con aquel niño en brazos estaba preciosa, como si hubiera nacido para ser madre. Y ésa era una buena razón para alejarse de ella. Aunque no resultaba fácil, sobre todo después de haberla besado. Pedro no podía dejar de recordar aquel beso… Pero si quería volver al circuito del rodeo, lo mejor sería dejar de pensar en ello.


—Admítelo, los Ramírez no son tan malos —insistió Paula cuando volvían a casa.


Pedro tenía la mirada fija en la carretera.


—No, pero eso no significa que vayamos a ser como hermanos.


—Seguro que al principio Federico pensaba lo mismo. Date tiempo para conocerlos.


—Muy bien, lo haré. Pero de todas formas pienso volver al circuito. Si no recuerdo mal, para eso me convenciste, ¿No? Prometiste que volvería a caminar. ¿Estás diciendo que eso no puede ser?


—Yo no he dicho eso. Sólo que me parece absurdo que arriesgues tu vida…


—Paula, es mi vida —la interrumpió él—. No es asunto tuyo.


—Muy bien. Mi trabajo es que vuelvas a caminar, lo que hagas después es cosa tuya —dijo Paula entonces, frenando bruscamente frente a la casa.


Ni siquiera intentó ayudarlo a bajar de la furgoneta porque Pedro lo hizo por su cuenta. Y cuando entraron en casa se metió en su habitación y cerró de un portazo. Maldito Pedro Alfonso, pensaba. ¿No había aprendido la lección de una vez por todas? Pero no, su vida era el rodeo y no podía vivir sin ello. Prefería eso a una familia. Y no volvería a mencionar el tema. Thiago le había enseñado una amarga lección: Ella no era tan importante como para que un hombre abandonara una vida peligrosa. Suspirando, se dejó caer sobre la cama, con la mano en el abdomen. Aquella noche, viendo el cariño que los Ramírez sentían por sus mujeres, se sintió muy sola. Sabía que ninguna de las parejas lo tuvo fácil, pero todo salió bien y cada uno había conseguido su final feliz. Quizá ella no tendría esa suerte. Jason había muerto y su hijo no tenía padre. Y pronto no podría esconder que estaba embarazada. Además, tenía que contárselo a su familia y en cuanto su madre la viera sabría que pasaba algo… Entonces oyó un golpecito en la puerta.


—Entra.


—Quiero pedirte disculpas —murmuró Pedro—. No debería haber dicho eso.


—Y yo no debería insistir en lo que debes o no debes hacer — suspiró ella—. Mira, haber ido al Círculo B esta noche ha hecho muy feliz a tu hermano, eso es lo que cuenta.


—No creo que a mi hermano le resulta difícil ser feliz. Lo que más le importa es su mujer y su familia. Y ahora que va a ser padre…


—Sí, es verdad. Está encantado.


Pedro se dejó caer sobre la cama, a su lado. Paula iba a protestar, pero le pareció absurdo.


—¿Tú eras feliz con… Thiago?


Ella lo miró, sorprendida por la pregunta.

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