Paula se puso en pie de un salto.
–¿Estás a punto de llegar?
Después del comentario que acababa de hacer Gonzalo, lo último que quería era que el atractivo Pedro Alfonso se presentara en su puerta. Sobre todo porque, desde que se habían separado, no había hecho más que pensar en lo maravilloso que sería que fuera una mezcla entre el sofisticado Gustavo y el osado Mariano para mantener con él una de sus relaciones «especiales». Afortunadamente, su lado más racional no había dejado de repetirle que, por encima de ser un hombre atractivo, era el padre de Mateo.
–Nos vemos fuera –dijo precipitadamente, al tiempo que pensaba cómo esquivar a Gonzalo. De pronto se sintió como si hubiera entrado en el túnel del tiempo y volviera a tener dieciséis años–. La casa de mi hermano es la que tiene una espantosa fuente en el jardín.
–Muy bien. Nos vemos en seguida.
Paula colgó el teléfono y escuchó atentamente para localizar a Gonzalo. Luego, corrió al porche. El contraste entre el aire acondicionado del interior y el húmedo calor exterior hizo que se pusiera a sudar al instante. Caminó con paso firme hacia la acera. Un sedán negro se aproximó lentamente hasta detenerse. La ventanilla se bajó y ella aceleró el paso para saludar al conductor.
–Aquí traigo el paquete –masculló Pedro, imitando el estilo de un gángster.
A Paula se le aceleró el corazón, aunque optó por pensar que era más un efecto de haber escapado de la cárcel que de la presencia de aquel atractivo malvado. Pedro le dió la agenda con sus dedos largos, de uñas cortas y nudillos pronunciados, tan distintas a las delicadas manos de los hombres con los que Paula solía salir. Pedro Alfonso tenía manos de hombre y ella no podía negar que le gustaban. Como le gustaba su barba incipiente, el olor a madera que impregnaba su piel…
–¿Qué precio he de pagar? –preguntó al tiempo que se ponía en cuclillas y apoyaba las manos en las rodillas.
Pedro apoyó el brazo en la ventanilla y se inclinó hacia ella, de manera que la luna le iluminó el rostro.
–«Gracias» y una sonrisa de una chica guapa es todo lo que este tipo necesita.
A Paula se le secó la boca.
–Gracias –dijo. Y por primera vez en su vida no fue capaz de forzar una sonrisa.
–De nada.
–¿Dónde está Mateo? –preguntó Paula, a pesar de que pensaba que debía cortar la conversación y volver a casa.
–En casa, con Mateo, ayudándolo a hacer la cena. Me da miedo volver y comprobar qué me han preparado.
–Lo comprendo.
Pedro sonrió. Paula quiso despedirse antes de que Gonzalo saliera a buscarla, pero, tal y como le había sucedido horas antes, sentía que un hilo la envolvía y tiraba de ella hacia Pedro. Iba a dar un paso atrás para contrarrestar la fuerza que le impedía moverse cuando él habló:
–Tengo que admitir que me alegro de haber tenido una excusa para venir.
–¿De verdad? –Paula carraspeó para deshacer el nudo que se le acababa de formar en la garganta.
–Quería darte las gracias. Hacía mucho tiempo que no veía a Mateo sonreír como lo ha hecho hoy. Ha perdido a su madre recientemente.
Al oírle decir «Recientemente», Paula sintió un peso en el pecho. En le blog había leído que hacía más de un año, pero para Pedro el tiempo no había pasado.
–Lo siento –dijo.
Pedro se encogió de hombros. Debía haber oído esas palabras infinidad de veces.
–Supongo que has deducido por lo que Mateo ha dicho que me casé con su madre cuando él tenía cinco años… Afortunadamente, para cuando Diana murió ya habíamos acabado el proceso de adopción y no corrió el riesgo de caer en las garras de su padre.
Así que Paula no se había equivocado: Pedro no era el padre biológico de Mateo. Creyó que el corazón le iba a estallar.
–Es un batería, siempre de gira –continuó Pedro, ajeno al efecto que sus palabras estaban teniendo en Paula–. Un mal tío. Pensaba que debías saberlo para comprender la situación.
De pronto Paula quiso saberlo todo, pero no con la bastante intensidad como para lanzarse a preguntar. Su natural inclinación a salir huyendo era demasiado poderosa y estaba demasiado enraizada. Pedro Alfonso podía ser interesante, pero no era el tipo de hombre con el que se mantenía una relación superficial.
Me gusta mucho esta pareja!
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