jueves, 2 de mayo de 2019

Eres Irresistible: Capítulo 7

—¿Por qué decidiste dedicarte a la cría de ovejas? —decidió preguntar.

No tenía sentido perder el tiempo en averiguar lo que quería. Pedro puso cara de sorpresa.

—¿Por qué quieres saberlo?

—Por curiosidad —la suspicacia parecía ser otra de sus características—. La mayoría de la gente de esta zona se dedica a los caballos o al ganado vacuno. ¿Por qué elegiste las ovejas?

Pedro se había hecho esa pregunta en numerosas ocasiones, y contestó tal y como solía hacerlo.

—Desde que visité un rancho de ovejas con mi padre, siendo pequeño, siempre tuve el sueño de tener uno. Mi padre compartía ese sueño, pero murió antes de lograrlo.

—Lo siento.

Pedro vió que era sincera y se preguntó qué tenía aquella mujer para que le abriera su alma.

—Escucha, Paula, lo que tengo que decirte es… —en ese momento sonó su teléfono y contestó—. ¿Sí? —la sonrisa que iluminó su rostro la dejó sin aliento—. ¿Marcos? ¿Cuándo has llegado? —hizo una pausa—. Ahora mismo voy — guardó el teléfono—. Tengo que irme. Volveré en una hora y hablaremos —fue hacia la puerta.

—Para entonces ya me habré ido.

Pedro se volvió desconcertado.

—¿Adónde?

—A la ciudad.

Pedro se apoyó en la puerta.

—¿No te dijeron en la agencia que pedí una cocinera interna? El desayuno se sirve a las cinco de la mañana.

—¡A las cinco! —Paula lo miró con suspicacia—. ¿Tu otra cocinera vivía aquí?

—No, pero Norma y su marido viven a pocos kilómetros. Viene cada mañana a las tres y se marcha por la tarde —Pedro arqueó una ceja—. ¿Qué te dijeron en la agencia? Esta es la temporada del año de más trabajo en el rancho. No puedo estar pendiente de que la cocinera llegue a tiempo.

—Vendré a la hora —se oyó decir Paula—. Lo prometo.

Pedro fnunció el ceño. ¿No había decidido buscar otra cocinera? ¿Por qué insistía en que se quedara a pasar la noche en lugar de estar encantado de que no lo hiciera? Prefirió pensar que su única preocupación era que sus hombres se quedaran sin desayuno. La miró amenazador.

—Será mejor que cumplas tu palabra. Cierra la puerta cuando te vayas. Nos veremos por la mañana —dijo.

 Y salió. Paula mantuvo la respiración hasta que la puerta se cerró a su espalda.

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