jueves, 4 de enero de 2024

Culpable: Capítulo 29

Entonces se oyó la puerta de la calle y a Paula saludando a alguien del servicio. La perrita entró correteando con la lengua fuera, y dejando tras de sí pisadas húmedas por la nieve. La señora Berry se apresuró a atraparla, pero la miró con indulgencia cuando la levantó del suelo.


–Vamos a limpiarte esas patas y luego te daremos de comer.


–¡Cuánto lo siento! –exclamó Paula entrando en ese momento, y mirando azorada las marcas que su perrita había dejado en el inmaculado suelo–. Siento causarle tantas molestias… 


–No es ninguna molestia –replicó la señora Berry, clavando su mirada en Pedro antes de salir de la cocina.


La artera ama de llaves estaba dejándolos a solas con toda la idea, y Pedro se preguntó irritado si esperaba que, nada más salir por la puerta, él fuera a arrodillarse ante Paula y a sacarse un anillo de diamantes del bolsillo. Lo habría hecho sin dudarlo… Si hubiera tenido siquiera la esperanza de que serviría de algo.


–Buenos días –lo saludó Paula con timidez–. La señora Berry me dijo que habías salido a correr.


–Me ayuda a relajarme.


–¿Ah, sí? Pues podrías llevarte a Luz de vez en cuando a correr contigo. Seguro que le encantaría –comentó Paula riéndose–. Últimamente tiene más energía que yo; siempre va tirando de la correa.


Pedro frunció el ceño.


–Si te cansa mucho podría decirle a alguien del servicio que se encargue de esa tarea…


–No te preocupes –replicó ella–, me gusta sacarla a pasear. Es solo que he pensado que también le gustaría salir a correr contigo algún día.


–Ah –Pedro se aclaró la garganta–. Claro, podría llevarla conmigo – murmuró. Sin embargo, no le hacía gracia que Paula saliera sola tan temprano por las calles de Nueva York, cuando aún no había amanecido del todo–. O puedo acompañarte cuando la saques a pasear, si quieres.


Paula parpadeó.


–¿Lo dices en serio? No sé, yo… No quiero causarte más molestias…


–No es molestia. Me gusta Luz –le aseguró él. Luego, mirándola a los ojos, añadió–: Y me gustas tú.


Paula se mordió el labio y Pedro se fijó en que tenía ojeras. Parecía que ella tampoco había dormido muy bien.


–Siéntate –le dijo levantándose y acercándole una silla–. ¿Tienes hambre?, ¿Quieres desayunar algo?


Paula sacudió la cabeza y una sonrisa asomó a sus labios.


–La señora Berry me obligó a comerme una tostada y una pieza de fruta antes de que me fuera a pasear a Luz.


–Ah –musitó él y se quedó de pie frente a ella, sin saber muy bien qué hacer–. Bueno y… ¿Cómo te has levantado?, ¿Qué tal te encuentras? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario