jueves, 27 de julio de 2023

Un Trato Arriesgado: Capítulo 6

Paula entró en el Blue Lounge minutos antes de las ocho. Puntual como era, había dado unas vueltas a la manzana para matar el tiempo y no parecer demasiado ansiosa. Gracias a Dios que lo hacía para ayudar a Alicia, sin ninguna implicación personal, a diferencia del resto de los clientes, que iban allí para encontrar a su amor verdadero. En cuanto a ella, cumpliría lo prometido y luego se iría a casa tras dejar a los candidatos suspirando de amor. Examinó la estancia suavemente iluminada, con mesas para dos esparcidas por todas partes. El pulso empezó a latirle de aprensión ante el pensamiento de pasar siete minutos con siete candidatos diferentes. Las mesas eran suficientemente pequeñas para crear un ambiente de intimidad entre sus ocupantes. En vez de fingir indiferencia se vería forzada a entablar una breve y amable charla para luego marcharse rápidamente. Maldición, estaba ansiosa y esperaba que no se notara. Esa noche se había arreglado para impresionar: un vestido negro de falda muy corta, medias de seda, sandalias con lentejuelas y un bolso a juego. A continuación, un leve toque de maquillaje para realzar los ojos y los labios. Después se había recogido el pelo en un elegante moño. Sabía que podría aprobar cualquier examen. Claro que esa imagen ocultaba un tembloroso amasijo de nervios. En cuanto se sentó localizó a Alicia, que le sonrió mientras se desplazaba entre las mesas saludando a todo el mundo como una reina. Alicia era asidua del local porque lo utilizaba semanalmente como punto de reunión para sus clientes.


–Hola, tesoro. ¡Estás sensacional!


Paula se encogió de hombros.


–¿Con estos trapos?


–Te conozco, querida. ¿Un vestido y maquillaje maravillosos? Apuesto a que estás muy nerviosa.


–¿Qué te hace pensar eso?


Las dos se rieron al unísono. Alicia estaba al tanto de que Paula prefería una elegancia comedida más que vestidos hechos para impresionar, así que no había duda de que se sentía muy nerviosa.


–No importa. No tendrás tiempo para preocuparte una vez que empiece la función. ¿Te acuerdas de las reglas?


–No fastidies, Sal. Hace años que las conozco. ¿Quién más que yo se dedicaba a escuchar tus desvaríos acerca de la agencia?


Alicia le pellizcó cariñosamente la nariz, con una amplia sonrisa.


–Tú me animaste a emprender esta aventura. No lo olvides.


–¡Vaya! Eso fue antes de saber que sería víctima de tus dotes de casamentera. Quién sabe con cuántos perdedores voy a malgastar mi tiempo esta noche.


La sonrisa de Alicia se hizo más amplia.



–Yo en tu lugar no me preocuparía tanto. Mi ordenador es muy hábil para detectar lo que una mujer necesita. Ha batido el récord: Ocho bodas en dos años. ¿Quién sabe si tal vez encuentres al hombre de tus sueños? Entonces le darás las gracias a la vieja Alicia en lugar de regañarla.


–¡Vamos! No necesito un hombre. He de ocuparme de mi negocio y no tengo tiempo para nada ni nadie más. Y en cuanto a encontrar al hombre de mi vida, creo que sería más fácil que me tocase la lotería.


Alicia la miró con ojos chispeantes.


–No digas que no te lo advertí. Suceda lo que suceda esta noche, gracias por ayudarme, querida.


Paula se sintió culpable. Lo menos que podía hacer era actuar con entusiasmo. Después de todo, la agencia era el orgullo y la alegría de Alicia. Y ella más que nadie podía comprenderlo. Su propio negocio marchaba con dificultad y haría cualquier cosa para salvarlo. Abrazó a la mujer mayor.


–Todo saldrá bien, Ali. Esta noche vas a unir a tu milésima pareja y la agencia marchará viento en popa durante los próximos diez años. Te lo digo yo. Me alegra poder ayudarte. Si no, ¿Para qué están las hijas?


Tras acariciarle la mejilla, Alicia se alejó.


Paula echaba de menos a sus padres, aunque el tiempo hubiera suavizado el terrible dolor de la pérdida. Alicia se había encargado de hacerlo a fuerza de amor, atención, calidez y seguridad. Sin embargo, ella nunca olvidaría las interminables noches vacías, cuando se dormía llorando. 

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