martes, 25 de julio de 2023

Un Trato Arriesgado: Capítulo 1

 –¿Qué quieres que haga?


Paula Chaves miró a su mejor amiga con incredulidad. Quería a Alicia entrañablemente, pero había ido demasiado lejos.


–Por favor, Paula. Por favor. Sabes que estoy con el agua hasta el cuello. Los negocios no marchan bien –pidió en tono zalamero, pero había temor en su mirada.


Paula supo que la había derrotado. Nunca había visto a Alicia tan desesperada. La agencia debía de tener más problemas de lo que Alicia dejaba entrever. Tras dejarse caer pesadamente en una silla, se cruzó de brazos.


–De acuerdo, lo haré. Pero sólo por esta vez.


Alicia, una mujer mayor de cabellos grises ensortijados en torno a su cara mofletuda, se acercó a ella y la abrazó con fuerza.


–Gracias, tesoro. Tú vales mucho –dijo, con sus ojos marrones empañados en lágrimas.


Paula sintió el corazón henchido de amor hacia esa sorprendente mujer que, sin dudarlo, se había hecho cargo de ella tras la muerte de sus padres. Sólo tenía doce años cuando los seres más importantes de su vida fallecieron en un accidente de coche. Alicia, la mejor amiga de su madre, le ofreció su hogar. Y no sólo un hogar. La había apoyado, estimulado y querido a lo largo de los difíciles años de la adolescencia hasta ese mismo día. El favor que le haría a Alicia, difícil para ella, sólo sería una pequeña recompensa por todos esos años de amor y amistad.


–Bueno, ahora que estoy con la soga al cuello, dime qué tengo que hacer.


Alicia rebuscó entre los papeles que se amontonaban en la mesa.


–Aquí están. Para empezar, rellena estos cuestionarios. Todo tiene que ser legal, así que debes completar los formularios y firmar en la línea de puntos.


Paula leyó rápidamente.


–Tienes que estar de broma, Ali. ¿Color de ojos del candidato deseado? ¿La cena más romántica? ¿La zona del cuerpo más erótica? ¿De dónde sacas todo esto? –preguntó con incredulidad.


Alicia cruzó los brazos sobre el pecho, infló las mejillas y exhaló lentamente.


–Necesito toda esa información para procesar tus datos en el ordenador. Ya conoces el procedimiento. Te has reído de él durante años. ¿Por qué desanimarse ahora?


Paula dejó escapar una risita.


–Me he reído cuando hacías estas preguntas ridículas a otras personas. Pero ahora que estoy bajo el microscopio no lo encuentro tan divertido. ¿No puedo saltarme esta parte y acabamos de una vez?


Alicia negó con la cabeza.


–Si quiero ganar el premio que otorgan en Sidney a la Agencia Matrimonial del Año, necesito que completes todos los datos. Tu solicitud será procesada junto a las demás. Paula, no te pediría que lo hicieras si no estuviera en una situación tan apremiante. No sabía qué hacer cuando Marcela se marchó esta mañana. Lo único que necesito es que asistas esta noche a la cita de siete minutos con cada uno de los candidatos.


–¡Ah! Eso es muy fácil de decir. ¿Y si me ve alguien conocido? Pensará que soy incapaz de conquistar a un tipo por mí misma.


Paula notó que sus palabras la habían herido. Para Alicia, el oficio de relacionar a personas que se encontraban solas era su mundo. Su propia profesión era preciosa, ¿Por qué la de Alicia tenía que ser diferente?


–¿Quieres decir como el resto de mis clientes?


–Lo siento, Ali. No estoy acostumbrada a esto. Prefiero elegir a mis pretendientes a la manera tradicional.


Alicia alzó las cejas.


–¿Y qué manera es ésa? Hace más de un año que no sales con nadie.


La verdad era dolorosa. Hacía más de doce meses que había renunciado a los hombres, cansada de su juego. La mayoría de sus citas tenían un solo propósito y eso había llegado a enfermarla.


–Lo que dices es un poco duro. He tenido muchas citas en los últimos años.


Alicia ignoraba la sensación de vacío que le producía hablar de hombres. Solamente uno la había hecho sentirse especial y ese hombre se había ido. Hacía mucho tiempo.


–Seguro que sí, querida, por eso pasas la mayor parte de tu tiempo libre con una vieja como yo. 

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