jueves, 15 de septiembre de 2022

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 23

Ella sintió una sacudida eléctrica cuando el hombro de Pedro rozó el suyo. Desde el principio, se había dado cuenta de que había sido un error mirarlo con enfado, aunque se suponía que ese día no iría a la oficina. Leticia se lo había asegurado.


—¿Qué te hace pensar que estoy enfadada? —preguntó. Pero él permaneció en silencio—. ¿Qué cosa podrías hacer que tuviera el más mínimo efecto sobre mí?


—No lo sé, Paula. Tu mirada fue elocuente. Pensé que éramos amigos.


—¿Sí? ¿Y Leticia? ¿También es tu amiga?


—¿Es por Leticia?


—La has ascendido, Pedro. Está loca de contento, ansiosa por demostrarte su eficacia. Pero todo es una mentira. Vas a quitarle el puesto en unos meses y dejarla en la calle...


—Cuando me hice cargo de la empresa me encontré con esta situación. No podía... No puedo hacer otra cosa —le recordó.


—¡Sí que puedes! —exclamó, consciente de su propia actitud poco razonable—. ¿Sabías que durante años había estado enamorada de Alberto?


—¿Te lo dijo?


—Claro que no. Pero se le nota en la voz, y en todo lo que dice de él. Y los hombres siempre lo saben. Él la utilizó, y ahora tú haces lo mismo.


—Al menos reconozco su eficacia, aunque sea demasiado tarde para poder hacer algo. ¿Preferirías que me hubiera marchado sin intentarlo?


—Preferiría que fueras sincero con ella, que le digas la verdad.


—No debí haberte contado los problemas de la empresa.


—No, no debiste. Aunque estás jugando con su futuro, no con el mío —puntualizó, y porque sabía que él estaba haciendo lo que creía correcto, dejó pasar el tema—. Pero no me hagas caso. Por lo demás, ¿Qué sé yo? Estoy segura de que haces lo que crees que es mejor para todos. Bueno, pasando a otra cosa, parece que has conseguido algo, ¿No es verdad? Por eso has vuelto antes. ¡Cuéntame!


—¿Antes de que se lo diga a Leticia? ¿Sería correcto? —preguntó, con una sonrisa.


—Probablemente, no —admitió, irritada al descubrir que también sonreía. 


—¿Leticia te contó lo que he estado haciendo? —preguntó Pedro.


—Mencionó que habías ido a investigar un poco. Supongo que es lo básico cuando se emprende una nueva aventura.


—La investigación me ha abierto los ojos en cuanto a nuestro potencial. Por ejemplo, he descubierto que nuestro comprador más importante surte casi a ochocientas tiendas.


—Eso implica la producción de un tremendo montón de tarjetas.


—Pero no sólo tarjetas. Podríamos sacar al mercado cuadernos, libretas, agendas de direcciones, incluso bolsas de regalos o frascos de esencias con diseños como éste —dijo con entusiasmo al tiempo que indicaba las ilustraciones botánicas.


—Si ésa es tu gran idea, debo decirte que Leticia ya está en ello. Incluso tenemos un nombre para la colección: «Botanicals», ¿qué te parece? Es un nombre sencillo, de fácil memorización.


—Adjudicado— aprobó Pedro al tiempo que le tomaba la mano y se la apretaba con firmeza, como si formaran un equipo.


Paula tuvo que hacer un gran esfuerzo para no caer en la trampa. Ellos no formaban un equipo. En Coronet Cards cada cual trabajaba para conseguir sus propios fines.


—Bueno, trabajo hecho. Leticia se puede encargar del resto.


—Ese trabajo está hecho. ¿Pero, qué pasa con los niños de tres a seis años? —preguntó Pedro cuando Paula retiró la mano con suavidad—. ¿Han llegado a algo?


—Nada todavía, pero lo estoy pensando. Bueno, será mejor que vuelva a mi tablero de dibujo —dijo al tiempo que dirigía la silla hacia la puerta.


—Fui a tu casa antes de venir a la oficina.


—¿Sí? ¿Por qué? —preguntó al tiempo que giraba hacia él, lo que hacía pensar que para ella era tan difícil marcharse como para él dejarla partir.


—Porque quería hablar contigo. Pero una mujer medio loca me dijo a través del portero automático «Paula no está aquí» —dijo dijo con un fuerte acento.


Paula se echó a reír.


—Juana no está loca, sólo es griega. Es el ama de llaves de Daniela. Fue abandonada por un hombre que la trataba un poco mejor que a una esclava. Daniela la llevó a su casa cuando la encontró desmayada de hambre en el parque. Tiene un corazón de oro y es maravillosa con los niños, y conmigo también. Así que ambas tenemos en común el haber sido rescatadas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario