martes, 26 de julio de 2022

Paternidad Inesperada: Capítulo 12

 -¿No puede esperar, David? Estoy ocupado.


Pedro hizo un gesto al conductor para que arrancase y agarró la mano de Paula. De no haber sido por aquella llamada, se la habría llevado a los labios.


–Por supuesto. Puedo esperar a mañana por la mañana para decirte que Carlos se ha puesto en contacto con Augusto Arturo para ofrecerle una fusión, si lo prefieres así.


–No es nuevo, ya lo sabía, pero no tiene nada que hacer.


Puso el brazo alrededor de los hombros de Paula y la acercó más a él, enterró los dedos en su pelo sedoso mientras el coche avanzaba entre el tráfico.


–Al parecer, ha habido algún cambio. Los han visto comiendo juntos en Cannes.


A Pedro se le hizo un nudo en el estómago. Se inclinó hacia delante. Si habían comido juntos era porque estaban enfocando el tema de manera informal. Y eso no era una buena noticia.


–¿Qué? ¿Estás seguro? ¿Cómo te has enterado?


–Carlos lo ha puesto en sus redes sociales. ¿Quieres que te lo lea?: "Deseando ponerme al día con viejos y nuevos amigos en la Riviera francesa este verano. La regata Cordon d’Or es una cita obligatoria y, después, un fin de semana en la Toscana con el imparable Augusto Arturo".


–Tiene que ser una broma. ¿A qué está jugando? ¿Cómo que va a ir a la regata? Es la última persona a la que quiero ver allí. ¿Y por qué menciona a Augusto? Eso no prueba nada.


–Prueba que sabe cómo fastidiarte.


Pedro sintió que se le aceleraba el corazón, pero decidió no reaccionar de manera exagerada ante aquello. Conocía a Carlos y sabía cómo funcionaba.


–Tienes razón. Carlos sabe lo importante que es esto para nosotros. Le da igual conseguir a Arturo o no, no necesita esos clientes. ¿Qué piensas que es lo que trama en realidad?


–En mi opinión, solo está intentando provocarte. Habrá visto que se ha hablado públicamente de tí y querrá que reacciones a esto también. Como bien has dicho, si se presenta en Cordon d’Or será porque habrá cambiado de táctica. Pondré seguridad, solo por si acaso.


–No lo he visto venir. Pensé que tendría asuntos más importantes que atender.


Pedro también estaba enfadado consigo mismo por haber sido tan ingenuo en lo relativo a Carlos Calvaneo.


–Es posible. Lo único que sabemos es que, para Arturo, Banca Casa di Alfonso es mejor apuesta que Calvaneo Capital.


–Pero Carlos está intentando fastidiarme y es posible que quiera proponer una fusión a Arturo. En cualquier caso, ahora mismo no hay nada que podamos hacer al respecto.


–Espero no haberte estropeado la velada, pero he pensado que debías saberlo… Por si acaso.


«Por si acaso». Pedro sabía lo que significaba aquello. Tal vez en el pasado habría hecho una tontería con tal de acabar con Carlos, por conseguir que este confesase sus crímenes, que se hiciese justicia. Pero no iba a actuar. Conocía sus fortalezas y sus debilidades. Sabía que podía tumbar a Carlos de un puñetazo, pero que con eso solo conseguiría acabar en la cárcel, el mayor miedo de su madre. Y, muy a su pesar, tenía que admitir que era una posibilidad. Por eso hacía años que mantenía las distancias. Tenía que controlarse y pensar.


–Gracias, David. Te lo agradezco. Lo consultaré con la almohada y lo hablaremos mañana.


Apoyó la espalda en el asiento y sintió que se le aceleraba la mente, como ocurría siempre que Carlos volvía a aparecer en su vida, pero se dijo que no podría hacer nada hasta que se reuniese con Augusto Arturo.


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