jueves, 14 de julio de 2022

Atracción: Capítulo 46

El martes por la mañana, en el plató de televisión, Pedro sudaba a chorros bajo los focos. La luz roja de las dos cámaras le recordaba que el programa estaba siendo emitido en directo. De repente Ramiro, el compañero de Nadia, se echó a reír. Era evidente que no le había prestado atención suficiente.


–La gran pregunta que se hacen todas nuestras espectadoras es...


–Espectadoras solteras... –dijo Nadia, interrumpiéndole–. Aunque a lo mejor algunas casadas también.


Ramiro rió, mostrando esos dientes de luz cegadora.


–¿Hay alguna mujer especial en tu vida, Pedro?


Pedro respiró profundamente.


–No hay nadie especial, y es una pena.


–¿Y por qué? –le preguntó Ramiro.


–Porque quiero tener una familia.


Nadia y Ramiro intercambiaron miradas cómplices.


–¿El Soltero del Año de Boise quiere tener familia? –dijeron ambos a la vez.


Pedro tragó el nudo que tenía en la garganta y ahuyentó los recuerdos de Paula. Tenía que seguir el guion.


–Sí. Quiero tener familia. Tener una familia es importante para mí.


Nadia le tocó el brazo. Por alguna extraña razón, esas uñas rojas que llevaba le recordaron a una araña venenosa, de esas que se comían a los machos.


–¿Y qué busca un empresario de éxito como tú en una mujer?


–Busco una mujer educada, con sentido del humor y estilo, que esté en buena forma, sofisticada, con don de gentes, que le guste viajar, que tenga buen oído para la música... Y con buen gusto culinario.


Eran palabras vacías. Esa mujer era igual que él, pero Paula era mucho más que eso. Era divertida, vital. Le alimentaba el alma.


–Puede que haya unas cuantas mujeres en Boise que cumplan esos requisitos –dijo Nadia.


–Eso espero... Quisiera poder usar con mis propios hijos los nuevos productos para niños de Fair Face.


Nadia suspiró junto con el público.


–A lo mejor podemos ayudarte a encontrar a esa mujer –dijo Ramiro.


–Vamos a celebrar un concurso en la página web para encontrar a la mujer perfecta para nuestro Soltero del Año –dijo Nadia, asintiendo con entusiasmo.


–Podría encontrarse entre el público en este momento –dijo Ramiro–. Conectense a nuestra página web y averiguen si tienen las cualidades para ser la mujer perfecta para Pedro. El premio es una cita de ensueño con nuestro Soltero del Año. ¿Y quién sabe? ¡La cita podría convertirse en algo más!


–Gracias –dijo Pedro–. Me vendrá bien tener un poco de ayuda para encontrarla. 




Paula se quedó inmóvil, mirando la televisión, pero sin ver nada. Apolo y Pipo estaban junto a ella, uno a cada lado. La garganta le ardía. Los ojos le escocían. «No llores. No llores. No llores». Encendió el DVD para grabar la entrevista. Tenía ganas de vomitar. Estaba claro que no era la mujer perfecta para él. «Buen gusto culinario...». Los perritos calientes no entraban en ese perfil de mujer. Los perros empezaron a moverse. Los dejó marchar. ¿Por qué se había dejado llevar por Betty y su entusiasmo? En una ocasión le había dicho a Pedro que no iba a fingir ser otra persona, no después de todo lo ocurrido con Nicolás. Pero, si no era lo que él quería, ¿Era esa su forma de romper con ella? No podía contestar a la pregunta por sí sola, pero tenía intención de encontrar la respuesta. 




De no haber sido por la hora, el champán hubiera corrido por los pasillos de Fair Face. El interés en los nuevos productos infantiles se había disparado tras la entrevista televisiva. Había sido una estrategia brillante, un golpe maestro. Todas las dudas se habían disipado rápidamente. Solo quedaba un cabo suelto que atar... Paula.


–La señorita Chaves está aquí –le dijo su secretaria de repente.


Pedro se sorprendió. Jamás hubiera esperado que fuera a buscarle.


–Hazla pasar.


Paula entró en el despacho. Su rostro hablaba por sí solo. Al verla entrar, los demás se marcharon.


–Te veo en la cafetería –dijo Martín.


Pedro asintió con la cabeza.


–Enseguida bajo.


La puerta se cerró. Pedro rodeó el escritorio y se apoyó en él.


–¿Viste la entrevista?


–Sí. Estoy segura de que los servidores del programa se van a colapsar con todas esas mujeres que quieren tener una cita de ensueño contigo –le dijo en un tono sarcástico.


–Solo es un concurso. Publicidad.


–¿Publicidad? Describiste a una mujer que no puedo ser yo.


–El departamento de relaciones públicas me dio la lista de características. No fue cosa mía. Además, tampoco es que estemos saliendo en serio.


–Vaya –Paula le miró como si no le conociera de nada–. Por lo menos ahora tengo moratones en las dos mejillas.


–No quería hacerte daño –dijo Pedro, consciente de que ya no podía retirar lo que había dicho.


–¿Y qué pasa ahora?


–No me encuentro en situación de tener una relación seria.


–Ya me he dado cuenta yo sola de eso.


–Tú también estás muy ocupada con los productos caninos y con tu carrera como adiestradora.


–No me eches la culpa a mí.


–Muy bien. De acuerdo. Soy yo.


–Sí. Eres tú. Quiero saber por qué saliste conmigo.


–Porque era divertido.


–Divertido. Pensaba que había algo más serio.


–No. No puede haberlo. Lo siento. Me he dejado distraer. Tengo que volver al trabajo.


–¿Entonces se trata de Fair Face?


–Después de la muerte de mi padre, todas las expectativas y sueños de mis abuelos recayeron sobre mí. Me he pasado la vida intentando hacer todo aquello que no hizo mi padre, por mi familia y por Fair Face. No puedo cargar con nada más.


–Te refieres a mí.


–Sí. 

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