martes, 25 de enero de 2022

A Mi Medida: Capítulo 1

 —¿Paula? ¿Qué te pasa? ¡Tranquila! Respira…


Paula Chaves, que acababa de telefonear a su mejor amiga para pedirle ayuda, obedeció, pero le siguieron temblando las piernas.


—¿Estás mejor?


Paula asintió, pero, por supuesto, Jimena no la vió, porque no la tenía ante sí.


—Bien —apuntó su amiga—. Ahora, cuéntamelo de nuevo todo, pero más despacio.


—Tengo un mes y medio para adelgazar dos tallas y dejar de ser Doña Fofa para convertirme en la Madrina del Año.


—Tú no estás fofa. Estás…


—¿Rellenita? —sugirió Paula mientras Jimena buscaba un eufemismo amable para describir sus generosas curvas, su gran trasero y sus muslos celulíticos—. Pues menudo consuelo. Mi hermana, sí, la alta, delgada y guapa…


—Solo tienes una.


—… La que ha sido nominada a todos los premios cinematográficos de este año, la estrella, la famosa, la que todo el mundo adora…


—Sé perfectamente cómo es tu hermana. Te recuerdo que la conocí con aparatos en los dientes…


—… Se casa y quiere que sea su madrina —concluyó Paula.


—¡Guau! —exclamó Jimena.


—¡Horror! —exclamó Paula agarrando la tostada sobre la que estaba untando mantequilla cuando su madre había llamado para darle la noticia e instrucciones para que perdiera peso cuanto antes.


Paula le puso mucha mermelada y se la comió. Ya tendría tiempo de ingerir menos calorías. De momento, necesitaba azúcar para sobreponerse.


—Me imagino con quién se casa… —aventuró Jimena ávida de cotilleo—. Los periódicos llevan semanas diciendo que estaba con su compañero de la serie. ¿Cuándo es la boda?


—No sé la fecha exacta porque, por lo visto, es un secreto, pero parece ser que en mayo. Dentro de un mes y medio, Jime. Tengo que correr, voy a necesitar unas pesas y una clase de aeróbic, tengo que hacer un montón de cosas y…


—Lo que tienes que hacer es dejar de hablar con la boca llena y calmarte.


—Sí, tienes razón —dijo porque Jimena era la única persona en el mundo capaz de ayudarla—. Puedo hacerlo. De hecho, yo creo que ya estoy adelgazando porque tengo el corazón acelerado y debo de estar quemando muchas calorías.


—Siento desilusionarte, pero aunque tengas el ritmo cardíaco acelerado, si no es como resultado de haber hecho ejercicio, no adelgaza.


—¿De verdad?


—De verdad.


—Te creo. Al fin y al cabo, tú sabes más que yo. Por cierto, ¿Cuándo vuelves?


—Ah, ya sé para qué me has llamado.


—¿Quieres ir a la boda, sí o no? —chantajeó Paula—. Van a ir todos los actores y actrices famosos, cantantes, modelos increíbles…


—¿Por qué me iba a invitar a mí tu hermana?


—Te invito yo, como mi acompañante.


—Se supone que deberías ir con un hombre.


—Ese comentario no me ha gustado, Jime. Sabes que no tengo pareja ni falta que me hace. Además, si fuera con un hombre, rompería esa tradición que dice que el padrino se enamora de la madrina, ¿No?


—Sí, he oído hablar de eso, pero nunca he visto a ninguno que mereciera la pena enamorándose de la madrina —apuntó Jimena—. Ya entiendo. ¿Quién es el padrino, Pau, que estás tan interesada en estar guapa para él?

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