Paula se sintió aliviada al ver que el rostro severo de Julia Smith le daba la bienvenida con una sonrisa. El encuentro podría haber resultado bastante incómodo, pero su anfitriona le dio la impresión de que había esperado esa boda y que la aprobaba.
-El doctor vendrá a recogerte a la una y media, así que no tenemos mucho tiempo para charlar, pero quizá vuelvas otro día. Estoy muy interesada en que me cuentes los detalles de la boda y que me hables de Salcombe. Ya sabes que el doctor no tiene mucho tiempo para charlar. Me imagino que sería una ceremonia sencilla.
Paula se sentó y, con un jerez en la mano, le relató el acontecimiento. No es que hubiera mucho, pero lo describió lo mejor que pudo. Además le habló de su viaje de vuelta, del horrible tiempo y, después, mientras comían, le habló del pueblo y del chalet.
-Quizá le apetezca ir a Salcombe cuando tenga vacaciones. Es un pueblo precioso y la gente es muy simpática. Además, su inglés es tan bueno... -después añadió impulsivamente-: Se portó muy bien conmigo cuando vine a trabajar para Pedro, nunca tuve la oportunidad de darle las gracias. Me gustó mucho trabajar en la consulta, y ahora puedo entender lo duro que trabaja mi marido.
-Estoy segura de que serás una buena esposa para él -declaró Julia Smith-. Ahora vamos a tomar un café. El doctor tiene que estar a punto de llegar y yo tengo que volver al trabajo. Pero volverás algún día, ¿Verdad?
-Sí, claro. Hay un montón de cosas que no sé, sobre las tiendas... Cosas de cada día que uno da por sentado en su propio país.
Pedro llegó puntual y ella se alegró de estar lista. Aunque se mostraba tan tranquilo como siempre, presintió que estaba impaciente por volver al trabajo. Así que se despidió de Julia Smith, le agradeció la comida y, sin más dilación, se subió al coche.
-Yo podía haber vuelto a nuestra casa sola -le dijo en el camino.
-Ya lo sé. Ya te diré cómo hacerlo -le contestó con una sonrisa.
Estaba contento porque ella había dicho «nuestra casa». Solo llevaban un día casados y ya estaba encajando en su vida como si eso fuera lo más natural.
-Hoy llegaré más temprano -la informó-. Tomaremos el té juntos, y después podemos dar un paseo por el pueblo.
En el pueblo, la llevó a ver la iglesia, que era pequeña y austera por fuera, pero que dentro tenía verdaderas joyas como el altar y varios cuadros.
-Aquí es donde venimos los domingos.
El pueblo era pequeño y las casas estaban relucientes. Aquí y allá había casas más grandes diseminadas al azar entre otras más humildes. También había una tienda pequeña en la que se vendía de todo.
-El pueblo está muy cerca de Ámsterdam...
-Sí, pero está bastante a trasmano. Además, la mayoría de la gente que vive aquí es gente mayor. Ven que te presente a Mevrouw Twist.
La tienda tenía poca luz y olía a cebollas y a chorizo mezclado con detergente y galletas. Pedro la presentó, compró unas galletas para los perros y escuchó los cotilleó de Mevrouw Twist. Después, volvieron a la pequeña plaza.
-Mañana nos han invitado a la casa del dominee. Así podrás conocer a su familia. Beberemos vino de preparación casera -le explicó agarrándole la mano y poniéndosela sobre el brazo-. Como puedes ver tengo dos vidas, Paula. Conozco a todo el mundo en el pueblo, pero también tengo amigos en Ámsterdam. Cuando quieras te llevaré de compras. Siempre estás guapa, pero vas a necesitar ropa de abrigo y algunos vestidos bonitos...
Al día siguiente, fueron a casa del dominee agarrados del brazo, charlando de las cosas del día y Paula pensó que se sentía como una mujer casada. El dominee era un hombre alto, delgado y bastante serio. Su mujer, por el contrario, era muy guapa y simpática. Se llevó a Emma para enseñarle el bebé que estaba en la cuna.
-Pedro es el padrino -le dijo a Paula mientras la acompañaba a otra habitación-. Estas son Camila, Valentina y Abril -le presentó a las tres niñas que estaban sentadas en la mesa haciendo los deberes del colegio.
Paula les dijo hola y su madre les envió un beso. Después se la llevó de vuelta con los hombres. El dominee le dio un vaso de vino.
-Mi mujer es muy lista. Ella es la que hace el vino.
Cuando volvían a casa, Paula le dijo a Pedro.
-Me ha caído muy bien la familia del dominee. ¿Los conoces desde hace mucho tiempo?
-Desde hace un montón de años. Él y yo fuimos a la escuela juntos. Sandra también es una vieja amiga.
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