Era una habitación grandiosa y sus muebles antiguos reflejaban esa grandeza. Paula se quedó parada en la mitad del cuarto observándolo todo.
-¡Qué habitación tan maravillosa! -se quedó mirando la pila de revistas y un libro abierto sobre una de las mesas-. ¿La utilizas a menudo?
-¡Uy, sí! Con un buen fuego, resulta muy acogedora en invierno. Y para las ocasiones sociales, claro.
Después volvieron al vestíbulo y entraron en otra habitación.
-Este es mi estudio.
Las paredes estaban forradas de estantes repletos de libros y había un amplio escritorio junto a la ventana. Paula lo miró preguntándose si sería bien recibida en él; probablemente no.
-Además hay otra habitación -le dijo Pedro volviendo a cruzar el vestíbulo.
Entraron en una salita con dos sillones junto a una mesa y un diván bajo una ventana.
-Mi madre siempre utilizaba esta habitación. Aquí escribía cartas y le gustaba sentarse en esa silla a bordar. Espero que la hagas tuya, Paula.
-¿Tu madre?
-Sí. Ahora viven a las afueras de La Haya. Mi padre está retirado, también se dedicaba a la medicina. Dentro de poco iremos a visitarles.
-¿Saben que te has casado conmigo?
-Claro que sí, y están deseando darte la bienvenida a la familia.
-Deben pensar que soy una vividora.
Pedro se echó a reír.
-Ellos confían en mi buen juicio. No te preocupes, seguro que les gustarás y creo que a tí te gustarán ellos.
Pedro la llevó por toda la casa y Paula perdió la cuenta de las habitaciones que vio. Aparte de las que daban al vestíbulo y a la galería del piso de arriba, había pasillos secundarios que conducían a más habitaciones. Habitaciones de invitados, para los niños, para la niñera...
-Los Kulk y Carmen también viven aquí, en la última planta.
-Debes estar encantado con tu casa, Pedro -le dijo ella.
-Espero que a tí también te guste. Es una casa muy grande, pero también es nuestro hogar.
Después de la cena, él se encerró en su estudio para trabajar y Paula se fue a la salita a inspeccionarlo todo. Polo se fue con ella, pero Prince prefirió acompañar a su amo. Al rato, se acercaron los dos gatos que, después de dar una vuelta por la habitación, se acurrucaron en el diván. Pasadas unas horas, Pedro fue a verla para ver si necesitaba algo antes de irse a la cama. También le sugirió que fuera a ver a Julia Smith al día siguiente.
-Le gustaría que fueras a su casa a comer con ella. Kulk te llevará y yo pasaré a recogerte a la una y media para traerte de vuelta. El fin de semana, estaré libre y podremos pasarlo juntos. No estás demasiado sola, ¿Verdad?
-No, claro que no. Hay muchas cosas que ver. Mañana tenía pensado ir a dar una vuelta por el pueblo, pero ya que voy a visitar a Julia Smith, lo dejaré para otro día.
Ella sonó tan convincente que casi se convenció a sí misma. También intentó que no le molestara que él no hiciera ningún intento por detenerla cuando le anunció que se iba a la cama.
Ay estos dos que ninguno se atreve a dar el primer paso!!
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