martes, 6 de julio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 31

 -Sí, claro. Después del funeral, te llevará a Salcombe. El señor Trump me ha dicho que tienes que arreglar algunas cosas allí.


-Muchas gracias. Pero me imagino que querrás volver a Holanda lo antes posible...


-No, no tengo que volver hasta dentro de unos días. El tiempo suficiente para que arregles tus asuntos. Cuando todo esté listo, te llevaré de vuelta conmigo -le dijo con una sonrisa.


Después de tomar un té, Pedro le recordó que la llevaría a Salcombe.


-El señor Trump me ha dicho que tienes algunas deudas que saldar y una cita con el director del banco.


El funeral transcurrió de forma tranquila. No había ningún familiar cercano, aunque sí varios amigos de su madre. Cuando se despidieron, el señor Trump le dijo que podía contar con él para lo que fuera.


-El chalet de Salcombe es tuyo, por supuesto, pero creo que no hay nada más. Tendrás que hablar con el director del banco, dile que se ponga en contacto conmigo si hay dificultades.


Paula tenía muchas cosas en las que pensar durante el viaje. Por eso fue un alivio cuando Pedro le ofreció:


-¿Quieres hablar? Quizá así dejes de darle vueltas a la cabeza.


-Llevo dándole vueltas toda la semana y no me ha conducido a nada.


-Entonces habla en voz alta. Quizá yo pueda ayudarte.


-Debería haber llamado a la señora Pike -le explicó Paula-. Ella solía ir a conectar la electricidad y a dejarlo todo preparado para cuando llegáramos.


-Eso ya está hecho -le dijo él-. También habrá comida en el frigorífico.


-Qué amable ha sido la señora Trump.


Él no la corrigió.


-Un problema resuelto. ¿Qué más?


A continuación se puso a enumerar todas sus preocupaciones, pero no dijo nada de la que más la atormentaba: Su futuro. Él no le había vuelto a decir nada sobre su regreso a Ámsterdam y no lo podía culpar por ello. Ya le había causado demasiadas molestias. Pero si no tenía mucho dinero en el banco, tendría que ponerse a buscar trabajo sin demora.


-¿Y Polo? -preguntó de repente. 


-Lo he dejado de muy buen humor. Prince y él se llevan estupendamente, incluso duermen juntos en la cesta de Prince.


Paula estuvo a punto de decirle que se echarían de menos, pero se detuvo justo a tiempo. Pedro podía pensar que estaba intentando sonsacarle sobre su trabajo.


-Tengo que arreglar algunas cosas en el chalet.


Era una tarea que temía, pero que había que hacer. Tenía que decidir qué hacía con la ropa de su madre, con sus cosas, mirar los papeles...


-Solo después de que hayas hablado con el director del banco.


A mitad de camino, pararon para tomar algo.


-¿Te apetece un té? Todavía nos queda mucho hasta Salcombe.


-¿No tendrás que volver esta noche, verdad? Siento mucho estar causándote tantas molestias.


-En absoluto, Paula. Me voy a quedar en Salcombe hasta que acabes lo que tienes que hacer.


-¿Te vas a quedar? Pero puede llevarme días...


-No te preocupes, me he tomado unos días libres -le dijo con una sonrisa tan amable que su corazón dió un salto.


Iba a quedarse con ella, para ayudarla.


-Qué bien. Eres muy amable -le dijo devolviéndole la sonrisa.


Él pidió otra taza de té y Paula, que se sentía feliz, se comió un gran trozo de pastel. 


Ya era de noche cuando estacionaron frente a la casa. Él tomó el equipaje de los dos y juntos caminaron hacia la puerta. En la sala, había troncos listos para encender la chimenea y eso fue lo primero que hizo Pedro.


-Mientras preparas un té -dijo con rapidez- voy a subir las maletas. ¿Cuál era tu habitación?


-La de la izquierda... ¿Las maletas? Yo solo he traído una.


Él estaba a mitad de las escaleras y se quedó mirando su cara de sorpresa.


-No pensarías que te iba a dejar sola...


-La verdad es que tenía miedo de quedarme aquí sola. Pensé que habrías reservado una habitación en el hotel. 

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