martes, 6 de julio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 29

La carta era del señor Trump. Esto sería un gran disgusto para ella, había escrito. Su madre y su amiga habían muerto en un accidente de coche mientras hacían una corta visita a unos amigos de Richmond. Afortunadamente, alguien que las conocía le había llamado y él se estaba encargando del trágico asunto. No sabía cómo localizarla por teléfono, pero le suplicaba que se pusiera en contacto con él lo antes posible. Era una carta amable en la que le ofrecía su apoyo y ayuda. La volvió a leer y se quedó en silencio hasta que la voz de Julia Smith, un poco impaciente, penetró el vacío que se había hecho en su cerebro. Quería que le llevara al doctor su café inmediatamente, o éste no tendría tiempo de tomárselo antes de que el primer paciente llegara. Paula preparó el café y se lo llevó a su despacho. Llamó a la puerta y pasó sin esperar respuesta. Cuando le estaba dejando el café sobre la mesa, él levantó la vista.


-¿Qué te pasa, Paula? ¿Estás enferma? -entonces recordó la carta-. ¿Has recibido malas noticias de tu casa?


Ella no tenía fuerzas para hablar, así que sacó la carta del bolsillo y se la entregó para que la leyera él mismo.


-Pobre Paula. ¡Qué desgracia tan grande!


La ayudó a sentarse en una silla y llamó a Julia Smith.


-Smitty, Paula ha recibido malas noticias de su casa. Por favor, tráele un poco de coñac.


Cuando la mujer volvió con la bebida, él le explicó en holandés lo que había sucedido.


-Por favor, acompáñala a casa y quédate con ella todo el tiempo que haga falta -después se dirigió a Paula-. Tómate esto, Paula. Julia Smith te acompañará a casa y yo telefonearé al señor Trump para ver qué se puede hacer.


-Tengo que ir...


-Por supuesto. No te preocupes, yo lo organizaré todo. Ahora sé buena chica y tómate todo el coñac.


En sus mejillas apareció un poco de color y él le tomó las manos.


-Haz lo que Julia Smith te diga y espera hasta que yo llegue.


La voz tranquila de Pedro penetró sus sentidos adormecidos, y Paula entendió que él haría todo lo que estuviera en sus manos para ayudarla. Como una niña obediente, hizo todo lo que Julia Smith le pidió: Se tomó un té y se tumbó en la cama. Se dió cuenta de que la mujer estaba hablándole en un tono tranquilizador y cariñoso mientras le sujetaba la mano. Tenía que pensar en lo que debía hacer, pero su mente no podía concentrarse en nada. No sabía cuánto tiempo llevaba tumbada en la cama cuando llegó el doctor Alfonso. Julia Smith se apartó y él se sentó en la silla para tomar las manos de Paula entre las suyas. Ella abrió los ojos y lo miró; después se sentó en la cama y el recuerdo de lo que había sucedido la hizo despertar del trance.


-Mi madre... -balbució, y rompió a llorar.


Pedro se sentó en la cama junto a ella, la tomó en sus brazos y la dejó llorar para que se desahogara. Cuando logró parar, él le secó la cara y le dijo:


-Esa es mi chica valiente. Y tienes que seguir siéndolo, Paula. Te voy a llevar a Inglaterra esta noche. Iremos a casa del señor Trump, donde pasarás un par de días. Él te ayudará y te aconsejará. Ahora vamos abajo a tomar algo. Nos iremos en cuanto acabe la consulta de la tarde.


Ella lo miró con ojos lacrimosos.


-¿No voy a volver aquí?


-Por supuesto que vas a volver; yo iré a buscarte. Pero de eso hablaremos después. Llévate cosas para unos cinco o seis días. Me voy a llevar a Polo para que se quede con Prince hasta que tú regreses.


-¿Has hablado con el señor Trump? Siento ocasionar tantas molestias...


—Sí lo llamé y él estará esperándote. No te preocupes por nada, Paula; él te lo explicará todo esta noche.


-Pero no puedes marcharte; los pacientes, el hospital...


-No te preocupes por eso. Vendré a buscarte las cinco. 

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