jueves, 7 de enero de 2021

Rivales: Capítulo 43

Cuando sonó el teléfono, fue Pedro quien contestó.


-No ha sido Aldana -dijo, después de colgar.


-Entonces, ¿Quién?


-Parece que un mozo sacó a Carazzan a dar un paseo y se encontraron con el semental que provocó tu accidente. Carazzan decidió echar al intruso de su territorio y se metió en el bosque.


-¿Y por qué no me lo han dicho?


-Supongo que el mozo quería encontrarlo antes de que tú te enterases - contestó Pedro-. Pero no te preocupes, ya han dado con él, así que tendrás a tu caballo dentro de una hora.


-No es mi caballo -dijo Paula-. Tú ganaste la apuesta.


-Entonces, ¿Esto ya no es una conspiración que yo he organizado?


-Perdóname, me asusté al no ver a Carazzan en el establo -se disculpó ella.


Pedro podía perdonarle cualquier cosa, aunque le dolía que no confiara en él.


-No hay nada que perdonar. Tú quieres mucho a ese caballo y no puedo culparte. Seguramente yo habría pensado lo mismo.


-Entonces, todo se ha terminado -murmuró Paula.


-Sí. Y no puedo decir que haya sido divertido -dijo él. Aparentar que estaban comprometidos durante una semana, sabiendo que el compromiso no era real, había sido una tortura.


-¿Qué vas a hacer ahora? -preguntó ella, sin mirarlo.


-Lo que vine a hacer a Carramer. Establecer un rancho y un programa de cría.


-¿Y te llevarás a Carazzan contigo?


-No.


Paula lo miró, sorprendida.


-¿Por qué no?


-Porque Carazzan es tuyo. Siempre lo ha sido.


-Pero tú ganaste la apuesta. 


-Tú me llevabas ventaja hasta que te dió por desmayarte.


Paula no sonrió. Sus emociones eran demasiado poderosas como para poder ver las cosas con sentido del humor.


-Yo no terminé el circuito y tú sí -dijo ella entonces, recordando el banderín blanco sobre su chaqueta.


-No según el informe.


-No te entiendo -dijo ella-. El guardabosque debió anotar tu nombre cuando llevaste el banderín.


-Le dije que pusiera el tuyo. En realidad, tú ganaste la apuesta, Paula.


-¿Has anotado mi nombre? -preguntó ella, incrédula.


-¿Tan difícil te resulta creerlo? Sé que no me tienes en gran consideración, pero no soy tan malo.


-Lo sé, Pedro.


Él estaba dolido y no podía disimular. Paula hubiera deseado poder borrar sus palabras, pero algunas cosas no le estaban permitidas ni siquiera a una princesa.


-Me marcho, Alteza. Y no volveré.


-¿Qué vamos a decirle a la gente sobre el compromiso? -preguntó ella, intentando esconder las lágrimas.


-Puedes decir que fue un error. Todo el mundo comete errores - contestó Pedro. Pero no era un error, pensaba Paula. Era lo más sensato que había hecho en su vida-. ¿Te encuentras bien?


-Sí -contestó ella, sin mirarlo.


-Entonces, me voy.


La puerta se cerró tras él y Paula casi se alegró. Era mejor romper de golpe. Al menos, tenía a Carazzan, se decía. Pedro se lo  le había dejado. Le había dejado al animal con el que había soñado. El semental que iba a hacer realidad su sueño de criar los mejores caballos del mundo. Sin Carazzan, ¿Qué pasaría con sus planes? A menos que también pensara abandonar la idea del rancho... Tuvo que sentarse. Lo que Pedro había hecho solo podía significar una cosa. ¿Le importaba ella más que su sueño?

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