Paula, dejándose llevar por el cariño que había sentido por él una vez, lo abrazó. Y Fernando le devolvió el abrazo. Había hecho bien en dejarlo el día que descubrió que la engañaba. Sin pedirle un céntimo, llevándose sólo su ropa, su jeep, a su perro y las llaves de Belvedere. Sí, había hecho muy bien.
-Adiós, Fernando. Dile a Karina que... espero que el niño se ponga bien. De verdad.
Y después de eso le dio la espalda a su antigua vida por última vez. En cuanto entró en el estudio, Brenda se levantó.
-Bueno, chicas, yo creo que debemos irnos.
Florencia y Laura dejaron de discutir y la miraron con cara de sorpresa.
-Pero... -empezó a decir la primera.
-Tenemos que irnos, sí -insistió Brenda.
Pedro se levantó también. Aunque no quería acercarse a Florencia, que lo había estado fulminando con la mirada toda la tarde.
-Gracias por la comida, Pedro. Sé bueno -sonrió Laura.
-Me han dicho que fuiste tú el que puso el nuevo tejado en el cenador de los Jameson cuando lo tiró la tormenta. Buen trabajo -dijo Florencia, sin mirarlo a los ojos.
Brenda se acercó, con una sonrisa en los labios.
-Me caes bien, Pedro Alfonso.
-Ah, gracias. Tú también me caes bien, Brenda Caruthers.
-Pero no hagas nada que me obligue a cambiar de opinión -dijo ella entonces.
Pedro sonrió, sin abrir los labios, mientras se alejaban. De alguna forma, las tres habían estado intentando decirle algo, pero no sabía qué. Hablaban en código y seguramente le haría falta una operación de cambio de sexo para entenderlo. Entonces se volvió hacia Paula, que estaba retirando las tazas de café.
-Así que ése era Fernando.
-Sí, era él -contestó ella.
-No está mal el tipo.
-A mí siempre me lo había parecido -rió Paula.
-¿Y qué quería?
-¿Qué es esto, un interrogatorio?
-¿No puedo entablar una conversación?
-Una conversación sí, un interrogatorio no. Sea lo que sea lo que intentas decir, dilo de una vez.
-Sólo intento averiguar cómo puedes estar tan contenta cuando el tipo que te rompió el corazón acaba de aparecer en tu puerta después de seis meses sin tener contacto con él.
-¿Preferirías que estuviese llorando?
-¡Preferiría que estuvieras furiosa!
-¿Y si yo he decidido no estarlo? ¿Qué vas a hacer?
Paula levantó una ceja. Y ese ligero movimiento le pareció tan sexy que Pedro tuvo que hacer un esfuerzo para no perder la concentración.
Que buena es Pau! Yo lo agarraria a sopapos al tal Fernando
ResponderEliminar