–Holaaaaaaaa.
Pedro cerró los ojos.
–Mariel, el fantasma de la casa –dijo, suspirando–. Paula, creo que tú y yo deberíamos ir a ver un almacén de accesorios para el baño. Se llama Serenidad y tienen cosas estupendas.
Paula no sabía que iba a tener que elegir los accesorios con él. Y menos la bañera. No, la bañera no. Diana los esperaba al final de la escalera, con una sonrisa en los labios.
–Lo siento, señora Housewell, pero ya nos íbamos –dijo Pedro, muy antipático.
Paula lo regañó con la mirada.
–Pero yo volveré dentro de…
–Una semana –la interrumpió Pedro.
–¿Por qué no me da su número de teléfono, señora Housewell? –insistió Paula.
–Ah, me parece muy bien.
–Ahora tenemos que irnos. Marcos, estoy deseando trabajar contigo. ¿Cuándo crees que podríamos empezar?
–¿Qué tal mañana por la mañana?
–Estupendo.
Pedro abrió la puerta del Cadillac para ella. Parecía tenso, preocupado.
–¿Por qué esa mujer te irrita tanto?
–¿Quién? Ah, Diana.
¿No era Diana quien lo ponía tenso?
–Me recuerda a mi ex mujer –dijo Pedro entonces.
–¿A Carla? Carla era preciosa. ¡Diana es una anciana!
–Sí, bueno, da igual. No suelo hablar de mi ex mujer.
–Pues a lo mejor deberías.
–¿Para qué?
–Puede que así te sientas mejor.
–¡No me sentía mal… hasta ahora!
–Si alguien como Diana te recuerda a tu ex mujer, debes de tener un serio problema.
–¡Yo no tengo ningún problema!
–Bueno, lo que tú digas.
Los dos se quedaron en silencio. Pedro, muy serio, salió a la carretera sin poner el intermitente.
–No soporto que mi matrimonio fracasara –dijo por fin–. Cuando me casé, pensé que sería para siempre. Fue el peor fracaso de mi vida.
–Lo sé.
–¿Lo sabes?
–Siempre supe que eso era lo que sentías, como si todo hubiera sido culpa tuya.
–Y lo fue. Debería haber conseguido que nos entendiéramos.
–Carla era preciosa –suspiró Paula–. Pero también era una persona egoísta, exigente y poco razonable.
Pedro suspiró como un hombre que hubiera guardado un secreto durante demasiado tiempo.
–Siempre estaba controlándome. Y por mucho que hiciera por ella, nunca era suficiente.
–Como Diana Housewell.
–Sí, supongo que sí –asintió él–. ¿Ése es tu don, Paula? ¿Haces hablar a la gente de cosas sobre las que les cuesta hablar para solucionar sus problemas?
–No seas tonto, yo no tengo ningún don.
–¿No? ¿No puedes volver loco a un hombre con un par de galletas? ¿O decir la palabra adecuada en el momento adecuado?
–¡No!
–¿Y qué tal una sonrisa? ¿Puedes encandilar a un hombre con una sonrisa?
–Eso es ridículo.
–¿De verdad? ¿Por que no le preguntamos a Marcos si es ridículo?
–¿Marcos?
–Él parecía encantado contigo.
Paula soltó una carcajada.
–Además, nos viene muy bien que hayas vuelto a trabajar. Marcos ha dicho que empezaría mañana. Conmigo habría tardado un mes.
–Yo no he estado coqueteando con él, que quede claro.
Pedro sacudió la cabeza.
–Sólo quiero decir una cosa: has estado casada veinte años y no conoces las reglas del ligoteo. No sabes cómo son estos chicos jóvenes.
Ella soltó una risita.
–¿Estás intentando protegerme de las realidades del mundo, Pedro?
–Pues sí, eso es.
–No tienes por qué hacerlo. Ya soy mayorcita.
–Marcos estaba tonteando contigo. ¡Y tú lo animabas! «¿Qué crees que te espera en el futuro, Marcos?» –dijo Pedro entonces, imitando su voz.
–¿Quieres saber la verdad?
–Por supuesto.
–Me ha parecido un chico muy guapo.
–Lo sabía –murmuró él.
–Y quería saber si sería aceptable… para Valentina. No sé por qué. Seguro que mi hija se subirá por las paredes si se lo presento. Pero si hubieras conocido a su último novio me entenderías. Pedro, tocaba los bongos…
–¿Te gusta Marcos para Valentina?
–Pues claro. ¿No pensarías que me gustaba para mí? ¿Tú estás loco?
Él negó con la cabeza.
–Quizá lo estoy –suspiró, mirándola con una sonrisa de disculpa–. Bueno, ya hemos llegado –dijo entonces, deteniendo el coche frente a un almacén de estilo colonial con un cartel que decía: "Serenidad. Accesorios para baño".
Paula respiró profundamente. ¿Por qué le parecía que viendo bañeras con Pedro Alfonso lo último que iba a sentir era serenidad? ¿Y cómo podía temer la experiencia y estar deseándolo al mismo tiempo?
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