martes, 31 de marzo de 2020

La Adivina: Capítulo 37

Pedro escuchaba la charla de Bianca intentando contener su impaciencia. Murmuró algo, sin pensar, mientras contaba hasta diez mentalmente para no decirle a su vecina que dejase de meter las narices en sus asuntos. No quería tener una discusión con ella en la fiesta de cumpleaños de Camila.

–Gracias.

Sí, gracias por nada. Apretando los dientes, volvió a contar hasta diez, recordándose a sí mismo que Bianca era amiga de su madre, una viuda intentando encontrar su sitio tras la muerte de su marido. Recordando a los niños que jugaban en el jardín y el hecho de que él era el alcalde y el encargado de mantener la paz en Blossom. «Elementos perjudiciales». «Elementos perjudiciales». No podía dejar de repetir esa frase en su cabeza. Que alguien pudiera pensar en Paula de esa manera hacía que se pusiera enfermo.

–Mira, Bianca, tú tienes tu propia opinión, pero yo conozco bien a Paula. Puedes protestar por la feria, puedes protestar porque dos viejos se sienten en el mismo banco del parque todos los días, pero ésta es mi casa.

–No creo que tengas que adoptar ese tono conmigo.

–Pues yo creo que sí. Ésta es mi casa y Paula Chaves es mi invitada. Y nadie me dice lo que es mejor para mi hija.

–Sólo quería ayudar –se defendió Bianca.

–Sin duda.

–Quizá lo mejor sería que me fuera –dijo la mujer.

Sus palabras eran a medias una súplica, a medias una amenaza.

–Puedes quedarte si quieres –asintió Pedro–.  Si puedes contener tus deseos de «ayudarme», claro. Y si puedes tratar a mi invitada con el respeto y la cortesía que se merece.

Esperaba que se fuera y rápidamente, además. Pero la había subestimado.

–Me quedaré… por Camila –dijo Bianca, estirándose la blusa. Y luego se alejó como una reina hacia el jardín.

–¿Papá? –lo llamó Camila–. ¿Es hora de la tarta?

–No, cariño, todavía no. Antes tenemos que cenar. ¿Cómo quieres tu filete?

–Sólo hay una manera de comerse un filete –repitió la niña.

–Ni muy hecho ni muy crudo –dijeron los dos a la vez.

–Eso es –se rió Pedro, besando a su hija–. Diez minutos más y a cenar.

–Bueno.

Diez minutos después, Luciana y Patricia levantaron la mirada cuando vieron entrar a Pedro en la cocina.

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