Paula suspiró.
–Sé lo que quieres decir. Yo nunca me había planteado dejar la casa en la que me crié. Siempre había sido mi santuario, el lugar donde cultivé mis recuerdos felices e incluso donde me escondía del mundo. Cuando te conocí, eso ya no me importaba. Sólo quería estar contigo, vivir contigo y compartirlo todo.
Paula llevó la mano hasta el botón de los pantalones de Pedro y lo desabrochó antes de bajarle la cremallera. Pedro le desabrochó el sujetador y se lo quitó para cubrirle los senos con la boca. La sentó en la cama y la acarició con la lengua hasta que su piel ardía de excitación. Ella le quitó los pantalones y, juntos, terminaron de desnudarse. Él gimió de placer al sentir sus senos presionados contra su torso. Estaba muy excitado y su miembro erecto rozaba el muslo de Paula, provocando que ella también se excitara. Estaban besándose de manera apasionada y él estaba tumbando a Paula sobre la cama cuando sonó su teléfono.
–Oh, no –dijo Pedro–. Voy a ignorarlo.
–Podría ser importante –dijo Paula–. Tienes un negocio en marcha.
–O podría ser la prensa –Pedro puso una mueca–. Especulando acerca de tu paradero.
–La heredera desaparecida –se rió ella–. Supongo que podríamos decirles que me has encontrado. Aunque me gusta ser misteriosa.
–Pues ya está –la estrechó contra su cuerpo–. Olvídate del resto del mundo. Nada importa más que tú y yo.
El teléfono dejó de sonar y Pedro rodeó a Paula por la cintura. Ella se acurrucó contra su cuerpo.
Entonces, llamaron de nuevo por teléfono.
–¿Cómo voy a contestar en estas condiciones?
–Si no contestas, puede que nunca dejes de estar en esas condiciones –Paula se fijó en su miembro erecto–. Podría contestarlo por tí –dijo ella–, pero estos días no quiero contestar tu teléfono.
Pedro arqueó una ceja.
–Prefiero que lo contestes mientras estoy aquí para que podamos hablar. No quiero que vuelvas a disgustarte y a marcharte de mi lado cuando menos me lo espere.
–Bueno, si lo pones así… –Paula se agachó y buscó el teléfono en el pantalón de Pedro.
Con el corazón acelerado, contestó: Una voz femenina habló al otro lado de la línea.
–Hola, llamo de parte de Lazer Designs. Necesitamos la dirección para poder enviar el contrato.
–Un momento –Paula se lo contó a Pedro.
–Dales la del departamento.
Paula les dió la dirección.
–Estupendo, y si puede decirle que nos gustaría contratar todo el paquete, fotografías, radio y televisión.
–Se lo diré. Gracias –se volvió hacia Pedro–. Lazer Designs quiere el paquete completo.
–¡Sí! –exclamó él con alegría–. Les conté mi situación acerca de que había devuelto el dinero y que tenía que reducir el ritmo con el que iba a comenzar el negocio. También les conté que tenía que dejar el alquiler de mi oficina, y por eso han llamado para pedir la dirección. Supongo que de todos modos han decidido seguir conmigo.
–Saben que eres el mejor –dijo Paula con orgullo.
–Con ese contrato podré continuar adelante a todo tren. Es una empresa de muebles que tiene tiendas en las quince ciudades más grandes. Me mantendrán ocupado y podré financiar otros proyectos durante al menos seis meses –se volvió hacia ella con una sonrisa–. Y todo sin un centavo de tu padre.
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