jueves, 22 de noviembre de 2018

No Quiero Perderte: Capítulo 37

A Paula le dolían ligeramente los músculos desde que había llegado a Napa. Quizá porque pasaba mucha parte del día caminando por las montañas, tratando de no pensar en cierto hombre. Faith se estiró en la cama junto a ella.

–Buenos días, cariño –acarició al gato.

El sol se filtraba por la persiana de la ventana e iluminaba las paredes de la bonita habitación. Hacía años que no iba por allí, pero, por supuesto, cuidaban la casa en su ausencia, como el resto de las propiedades de la familia. A su madre le encantaba ir allí los veranos cuando ella era pequeña y a menudo iban allí a ver los viñedos. Por lo que ella recordaba, su padre nunca había estado allí, ni siquiera una vez. Era una de las más de treinta propiedades de la familia, y él apenas era consciente de su existencia. Eso la convertía en un buen lugar para esconderse. Pero a pesar de que hacía un tiempo maravilloso, de que los alrededores eran preciosos y de que había toda la paz que alguien podía desear, se sentía horrible. Y todo por culpa de Pedro Alfonso.

Oyó un ruido en la otra habitación. Como un golpetazo. Salió de la cama y fue a ver qué pasaba. En la alfombrilla de la puerta de la cocina había un paquete. ¿Correo? No le había contado a nadie que iba a ir allí. Excepto a Marcela, pero ella no iba a enviarle cartas. Quizá la gente se había percatado de que había alguien viviendo en la casa y la habían incluido en la lista de correo del vecindario. Era el sobre de plástico de una conocida mensajería. Lo abrió y encontró un periódico doblado. En la portada había una nota pegada que decía: Pon las noticias de la televisión. Paula frunció el ceño. Despegó la nota de la portada y leyó el gran titular:

TE QUIERO. VUELVE CONMIGO.

Sintió un nudo en el estómago y un montón de mariposas revoloteando en él.  «No te dejes llevar». Paula se regañó después de ver las letras borrosas del titular del periódico. «No es como si Pedro estuviera hablando contigo». Aun así, se volvió para buscar las gafas con una mezcla de miedo y esperanza. Cuando las encontró en la mesilla de noche, le temblaban las manos. Se las puso y miró la portada, boquiabierta. San Francisco está revolucionado con la desaparición de Paula Chaves, una heredera recién casada.  ¿Desaparición? Parecía que le hubiera sucedido algo malo. ¿Estaría Pedro metido en un lío? Nadie la ha visto desde el pasado jueves, cuando se marchó después de decirle a su marido que había descubierto que le habían pagado para que se casara con ella. ¿Cómo se habían enterado?

Al parecer el padre de Paula estaba tan decidido a buscarle un buen esposo a su hija que pagó un millón de dólares al joven ejecutivo para que se casara con ella.

Paula se estremeció. Ya era bastante malo lo que le había sucedido como para que se enterara todo el mundo. Las lágrimas afloraron a sus ojos. ¿Quién sería tan cruel como para mostrarle aquello? Entonces recordó la nota en la que le decían que encendiera la televisión para ver las noticias. Cierto impulso interior le decía que no lo hiciera. ¿También quería ver cómo se mofaban de ella en la televisión? Miró de nuevo el periódico.

"Desde que se marchó, Pedro, el esposo de Paula está destrozado. Y desesperado por encontrar a su esposa se ha dirigido a los periódicos en busca de ayuda".

Paula se quedó boquiabierta y cerró el periódico. Por supuesto que estaba destrozado. No quería perder el millón de dólares, así que tenía que encontrarla y convencerla de que volviera a su lado antes de que su padre le pidiera el dinero. Respiró hondo y tiró el periódico al suelo.

El titular:

TE QUIERO. VUELVE CONMIGO

Se veía de manera distinta bajo la perspectiva de que hubiera un montón de dinero de por medio. La mayor parte de la gente se mostraría públicamente por un millón de dólares y, evidentemente, Pedro no era distinto a los demás. Su padre debía de estar clamando al cielo. Odiaba la publicidad. Era de los que pensaban que el nombre de un hombre sólo debía aparecer en los periódicos tres veces en su vida, en el anuncio de su nacimiento, en el anuncio de su boda y en la esquela de su muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario