jueves, 8 de noviembre de 2018

No Quiero Perderte: Capítulo 24

–Me encanta el marisco –dijo él, con brillo en la mirada–. Y las barbacoas. Tenemos que montar una en el balcón. Me gusta hacer gambas.

–Suena delicioso. Quizá cuando nos compremos la casa nueva podemos montar un comedor exterior –sonrió con dulzura.

–Me encanta esa idea. He sido demasiado perezoso como para invitar a gente viviendo aquí solo. Normalmente salgo por ahí. Pero cuando tengamos una casa de verdad invitaremos a amigos a menudo –se inclinó hacia delante, disfrutando de su idea de futuro con ella.

Parecía divertido. Los amigos reunidos para comer en el jardín. Qué lástima que nada fuera real. Ambos estaban jugando, fingiendo, manteniendo una farsa.

–Este aliño para ensalada es sensacional –dijo él después de meterse un poco en la boca.

«¿Cómo puedes seguir sintiéndote atraída por él?».

–Es el aceite de oliva. Lo compro en Sonoma, a un chico que tiene un huerto. No hay nada que sepa igual.

–Tenemos que ir allí juntos.

–Por supuesto.

–Aun así, no sólo es el aceite, también la mezcla de especias. Tienes mucho talento.

–Oh, tengo todo tipo de talentos ocultos –se tocó los rizos y sonrió–. No tienes ni idea –ella misma se sorprendía de ser capaz de mantenerse con tanta frialdad.


Quizá sí que tuviera facetas ocultas que pudiera descubrir con aquel desastroso incidente. Como la capacidad de organizar la venganza de un hombre que había hecho que su peor pesadilla se convirtiera en realidad.


Esa noche, cuando Pedro comenzó a acariciarle el cuerpo bajo las sábanas, ella cedió ante sus caricias. No le resultó difícil. De hecho, le habría resultado imposible no hacerlo. El deseo seguía albergado en su interior. Un día antes lo habría llamado amor, pero se daba cuenta de que era algo puramente físico. Lo abrazó y disfrutó del calor de su piel contra su cuerpo. Se había sentido muy sola durante todo el día. ¿Sería malo que disfrutara del sexo antes de empezar a odiarlo de nuevo? Mientras se movían a la vez disfrutó de ello como si fuera un baile. ¿No había gente que hacia aquello todo el rato sin darle ninguna importancia? Pedro habría sospechado si ella lo hubiera rechazado. Tampoco es que ella tuviera la fuerza de voluntad para hacerlo. Cuando él la beso en la boca, ella le devolvió el beso con pasión. Al llegar al clímax, lo agarró con fuerza. «No significa nada», se recordó. «Lo olvidarás». Al menos, lo intentaría.

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