— ¿Seguro que quieres estar sola? —preguntó Flor, en la cocina de Paula.
—Flor, me encuentro bien. De verdad —sonrió ella. Flor había intentado todos los argumentos posibles para persuadirla, pero ella había insistido en volver a su casa—. Tengo que volver a hacer mi vida normal cuanto antes. Pero te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí, Flor. Si no hubiera sido por tí... Si no hubiera podido hablar con alguien de todo esto, si no hubiera podido quitarme este peso de encima... —siguió. Flor le puso una mano sobre el brazo, para darle ánimos—. Gracias por no contárselo a nadie...
—Estoy segura de que Valen y Sofía lo habrían entendido —sonrió su amiga.
—Lo sé, pero... bueno, prefiero que solo lo sepas tú. Eres tan buena amiga para todas. Siempre nos ayudas y...
— ¿Yo? —la interrumpió Flor, con una sonrisa—. Casi me cargo la relación entre Sofía y Bruno, después te meto en un lío con Julián y ahora ese Pedro Alfonso...
—Eres una buena amiga —reiteró Paula—. Una muy buena amiga. Solo me gustaría... — miró a Flor, pensativa—. No quiero que pienses que me meto en tu vida, pero esa historia con Julián Cox. Hay algo que no nos has contado, ¿Verdad?
Paula esperó, conteniendo el aliento, preguntándose si Flor aprovecharía la oportunidad para confiar en ella.
— Sí, lo hay. Yo... —su amiga apartó la mirada—. No puedo... y, en realidad, no tiene importancia —dijo Flor entonces.
Paula se dió cuenta de que no se atrevía a confiar en ella..Y no podía obligarla, lo único que podía hacer era estar a su lado cuando la necesitara—. Mira, tienes la nevera vacía, así que iré al supermercado a comprar algo y comeremos juntas, ¿De acuerdo? —sonrió.
Paula dudó un momento antes de aceptar la oferta. Podría ir ella misma al supermercado, pero no deseaba encontrarse con nadie por el momento... Era demasiado pronto y sus emociones seguían a flor de piel—. Volveré enseguida —sonrió Flor, dirigiéndose a la puerta—. Túmbate un rato.
Lo último que le apetecía hacer era dormir, pero se tumbó en su cama y cerró los ojos. Cinco minutos después, sonaba el teléfono.
— ¿Dígame?
—Hola, quiero hablar con Paula Chaves— escuchó una voz femenina.
— Soy yo. ¿Con quién hablo?
—Me llamo Ana. Soy la madre de Pedro — dijo la mujer.
¡La madre de Pedro! Paula estuvo a punto de soltar el auricular; su corazón latía frenéticamente—. Por favor, no cuelgues —añadió la mujer, como si le hubiera leído el pensamiento. Mareada, Paula sostuvo el teléfono con manos temblorosas y se dispuso a escuchar lo que la madre de Pedro tenía que decir. Estaba claro que Ana conocía muy bien a su hijo, sus defectos y sus virtudes —. No estoy intentado disculparlo, créeme. Lo que quiero decirte es que mi hijo te quiere mucho.
—No me quería cuando me dejó creer que éramos amantes —replicó ella.
—No, entonces no te quería. Tienes razón. Pero es que aún no te conocía.
— Se ha aprovechado de mí, Ana —protestó Paula.
—Tienes toda la razón. Y que creyera que tú habías hecho lo mismo con Lautaro no es excusa para su comportamiento, lo sé —admitió la mujer.
— ¿Por qué me has contado todo esto? —preguntó Paula, confusa.
—Porque soy mujer, además de madre —contestó Ana—. Y, como mujer, quería hacerte saber que no te habías equivocado. Lo que has compartido con Pepe es real y él te quiere.
Pedro le había dicho que la quería la última vez que habían estado juntos, pero había creído que aquellas palabras eran solo otra mentira, como todo lo demás. Pero, ¿Y si no lo fueran? ¿Y si fueran ciertas?
Muy buenos capítulos! Quiero que se reencuentren y se arreglen!
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