jueves, 1 de diciembre de 2016

Engañada: Capítulo 35

—Tienes razón —dijo, con voz estrangulada—. No me gusta, Pepe. ¿Cómo has podido hacer algo así? Pobre chica. ¿Es que no has pensado cómo se sentirá ahora que lo sabe todo?

 — ¿Pobre chica? —repitió Pedro, incrédulo—. Mamá, fue ella la que... Si alguien necesita tu simpatía, soy yo.

—Pepe, ¿No te das cuenta de que debe sentirse dolida y engañada? Haberla hecho creer que la quieres... Y ella, obviamente, está enamorada de tí.

 — ¿Qué te hace creer que me quiere?

—Está claro, hijo. Si no estuviera enamorada de tí, no habría... Pepe, por supuesto que te quiere —dijo su madre, apartando la mirada. Había cosas difíciles de explicar a un hijo.

—Mamá, no lo entiendes. Yo solo fui a verla para...

—Para que te devolviera el dinero de Lautaro, ya lo sé —lo interrumpió su madre—. Pero ¿No se te ha ocurrido pensar que podría haber una razón para que ella hiciera lo que hizo?

— ¿Una razón para estafar a la gente? —la interrumpió él entonces—. Mamá, por favor...

—¿Tan importante es lo que ha hecho, Pepe? —le preguntó su madre, suavemente—. Tú prácticamente has dicho que la quieres.

—Pues claro que es importante. ¿Cómo se puede mantener una relación con una persona deshonesta, con una delincuente...?

—Pepe, nunca te he dicho esto, pero cuando conocí a tu padre había habido una serie de robos en el colegio, nada importante, solo dinero de los bolsillos de los chicos. Yo sabía que todas las circunstancias me señalaban a mí. Tu padrastro tenía razones para pensar que era yo, pero puso por encima de todas esas razones sus sentimientos por mí.

—Pero tú no habías robado nada y Paula... — protestó él.

— Pepe, no me estás escuchando. Igual que nunca escuchas a tu corazón. Y deberías hacerlo. A veces envía mensajes más auténticos que el cerebro. Ve a verla. Ve a ver a tu Paula y dile lo que me has dicho a mí. Dile que la quieres.

Pero Pedro no pensaba hacerlo, por supuesto. ¿Para qué? Él ya había hecho el ridículo, diciéndole que la amaba, pero el destino había intervenido, dándole una segunda oportunidad para retomar el control de su vida, para escuchar el mensaje lógico de su cerebro, en lugar de dejarse llevar por los sentimientos. No, no pensaba escuchar a su madre ni hacerle caso a lo que él mismo estaba sintiendo... Entonces, ¿Por qué en cuanto estuvo seguro de que su padrastro iba a ponerse bien se había subido al coche y conducía a toda velocidad por una carretera que no lo llevaría a York sino a Rye? Porque su madre tenía razón. Porque la amaba y no podía dejarla ir sin verla una vez más. Una vez más. ¿A quién intentaba engañar?, se decía a sí mismo. Amaba a Paula, la amaba tan intensa, tan profundamente que... ¿Que qué? ¿Que estaba preparado para abandonar sus principios por ella? ¿Que iba a olvidarse de la realidad y aparentar que no había hecho lo que los dos sabían que había hecho?

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