viernes, 27 de marzo de 2015

Un Extraño Amor: Capítulo 29

–Maldita sea, Paula –dijo agarrándola por los hombros–. Yo no soy así. No sé con qué otros hombres habrás estado, pero cuando yo me comprometo, lo hago de verdad. Yo te amo y si en el futuro decidimos que queremos tener hijos, podríamos adoptar.
–Pero no es lo mismo que tener un hijo propio.
–No, es mejor –replicó él–. ¿Sabías que yo soy adoptado? Mis padres adoptivos me dieron todo el amor del mundo… –tenía la voz entrecortada y los ojos llenos de lágrimas.
–Pedro –no sabía qué decir.
–Te quiero, Paula Chaves. Si no puedes aceptarlo, si dejas que el miedo se interponga entre nosotros, lo sentiré mucho por los dos porque habría sido maravilloso.
Y, sin decir nada más, se vistió y salió del apartamento.
Paula intentó dormir, pero no pudo.
Pedro la quería.
El dulce Pedro del que había intentado no enamorarse porque creía que merecía algo más de lo que ella podía darle.
Pedro la amaba.
La amaba tanto que había ocultado su verdadera identidad para darle lo que deseaba en secreto.
¿Cómo podía tener miedo de amar a un hombre así?
Paula  retiró las sábanas de la cama y agarró el teléfono. Al oír la voz de Pedro,  respiró hondo y susurró:
–Yo también te quiero, ahora mueve ese bonito trasero y ven aquí.

Cinco minutos más tarde, Pedro estaba de pie en la puerta de su dormitorio. Una sola mirada y empezaron a desnudarse el uno al otro con cariño e impaciencia.
Paula le quitó la camisa y le desabrochó el pantalón mientras Pedro deslizaba el camisón por su cuerpo hasta dejarlo caer al suelo. Ya sin pantalones, la espléndida erección de Pedro fue suficiente para que Paula se quitara la última prenda, las braguitas.
Se quedaron inmóviles mirándose el uno al otro.
Entonces él agarró la máscara que había dejado en la mesilla de Paula, pero ella se la quitó.

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