miércoles, 18 de marzo de 2015

Un Extraño Amor: Capítulo 2

Era un buen tipo, siempre dispuesto a ayudar. Tenía el atractivo de un profesor despistado, a pesar de sus enormes gafas, de la ropa deforme que se empeñaba en ponerse y de que su cabello necesitara un buen corte. Pero lo cierto era que tenía una sonrisa preciosa que siempre hacía que Paula tuviera una misteriosa sensación en el estómago cada vez que la veía.
En resumen, su vecino era un diamante en bruto esperando que llegara la mujer adecuada y lo puliera. Pero esa mujer no sería ella. No señor.
Para empezar, Pedro era un cerebrito doctorado en arqueología, mientras que ella ni siquiera había conseguido acabar el instituto. Bien era cierto que había obtenido el título de artesana, pero eso no había hecho que dejara de sentirse insegura por su falta de formación.
Además, Pedro era de esos hombres a los que sólo les interesaban las relaciones estables, mientras que Paula había aprendido a golpes que la vida era demasiado corta. Su nueva filosofía de vivir el presente no le permitía comprometerse con nadie para siempre.
Y sin embargo, no podía dejar de fantasear con él.
Ahí estaba el problema. Lo que necesitaba era dejar de pensar en su adorable vecino y tener una aventura salvaje con un rebelde, con alguien que supusiera un desafío, una locura. Algo que Pedro y sus fósiles no eran en absoluto.
Por eso cuando Pedro le había dado la caja de ropa interior comestible sin decir nada y su mano le había rozado los dedos un instante, Paula había preferido no hacer caso de la descarga eléctrica que le había provocado tan breve contacto.
–Qué suerte la mía –había dicho Paula sin siquiera mirarlo a los ojos–. Primero me falla la empresa del catering, después me llama el stripper para cancelar su actuación y ahora se me rompe la bolsa.
–¿Un stripper?
–Sí, para la despedida de soltera de Zaira. Es el sábado por la noche.
–Yo sé dónde puedes encontrar otro. Un amigo mío trabaja en un club que se llama Traseros Desnudos. Es Monsieur Enmascarado. Dile que vas de mi parte.
Y allí estaba, sexualmente necesitada y rodeada de hombres prácticamente desnudos.

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