jueves, 26 de marzo de 2015

Un Extraño Amor: Capítulo 27

Cayó sobre ella y sumergió el rostro enmascarado entre su pelo. Sus cuerpos entrelazados quedaron rendidos sobre la cama. Después de unos segundos, él le pasó la mano por el costado, pero seguía sumergido en ella.
Desapareció el vacío de la separación. Eran uno solo. Amantes. Aunque fuera tan solo por un fugaz momento. Paula  le acarició la boca y después el rostro por encima de la máscara, sintiendo los pómulos por debajo del cuero.
Los segundos pasaron y el silencio volvió a llenarse de deseo, de la impaciencia de sus cuerpos.
Paula  estaba maravillada, sintió que volvía a nacer a pesar del aturdimiento que le provocó sentir que él la daba media vuelta y la tomaba por detrás.
Se estremeció y gritó de placer y, en todo momento, él estuvo con ella; de igual a igual, acompañándola hasta lo más alto. Después se tumbaron en el suelo y él lamió su carne sensible y dolorida.
Sobre el piso de baldosas, Paula  podía oír los latidos de su corazón, un sonido que la hizo sentirse satisfecha y en paz. Estaba tan cómoda y feliz que de pronto sintió miedo.
¿Qué estaba sucediendo? No quería sentir ese tipo de emociones por él. Sólo quería sexo.
Y entonces se le pasó por la cabeza algo alarmante.
–Dios mío –exclamó apartándose de él–. No hemos utilizado preservativo.
–No te preocupes –murmuró él–. Hace más de un año que no me acostaba con nadie y me he hecho las pruebas. No soy seropositivo.
Ya no fingía tener acento francés y había algo en su voz que había encendido una señal de alarma dentro de su cabeza.
–Podría estar embarazada –mintió sin saber muy bien por qué.
–Tranquila –dijo él–. No te preocupes, Paula . Conozco tus secretos más profundos y tus miedos más atroces.
El corazón estuvo a punto de salírsele del pecho.
¡Esa voz!
Monsieur Enmascarado levantó la mano para retirarse la máscara, pero Paula ya sabía de quién era el rostro que se ocultaba debajo. Seguramente lo había sabido desde el primer momento, aunque de manera inconsciente.
Los ojos de Pedro, impregnados de amor y preocupación, no se apartaban de ella. Fue entonces cuando se dió cuenta de que estaba conteniendo la respiración y aguardaba respetuosamente a ver cuál era su reacción.

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