jueves, 26 de marzo de 2015

Un Extraño Amor: Capítulo 26

Aferrándose a él con ambas manos, Paula lanzó un grito.
Siguió besándola, se sumergía en ella con la lengua y con el dedo. Sus gemidos se unieron a los de ella.

Era tan dulce. Le encantaba sentir que ni siquiera podía decir nada porque estaba llena de él.
Sus músculos le apretaban el dedo haciéndole saber que deseaba más. Lo deseaba a él.
Era suave y al mismo tiempo tan fuerte que la energía con que se entregaba a él era toda una lección. Aquella mujer sabía cómo vivir. El deseo que sentía por ella borraba cualquier pensamiento razonable de su cabeza. Con ella dejaba de ser el hombre práctico y sensato de siempre.
–Más –le dijo con ansia–. Más.
Él sonrió ante su exigencia, la amaba por ello. Movió el dedo más y más fuerte hasta que empezó a temblar entre sus brazos.
–Tómame –imploró descaradamente–. Tómame ahora mismo, sobre la mesa de la cocina.
La llevó a la mesa de la cocina, le separó las piernas y se zambulló en ella con la fuerza que ella misma le había pedido.
Pero lo cierto era que Paula deseaba mucho más. Se había apoderado de ella la necesidad de sentir su cálido sexo dentro del cuerpo, de absorber la esencia de su virilidad.
–Más –susurró de nuevo–. Más.

La llevó a un lugar completamente desconocido para ella y cuando todo su ser, cuerpo, mente y alma, estaba al borde del precipicio, esperando la explosión del orgasmo… se dió cuenta de algo increíble.
Aquel hombre era un completo desconocido.
Fue entonces cuando explotó.
Él gritó al mismo tiempo y su cuerpo se puso rígido. Arqueó la espalda sobre ella y, a la luz de la lámpara de la cocina, Paula vió que ardía como el fuego.
Jamás había sentido nada parecido a la intensidad de aquel clímax. No podía respirar. No podía pensar. Lo único que podía hacer era sentir cómo se estremecía hasta el último rincón de su cuerpo.

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